quinta-feira, 29 de dezembro de 2011

XVIII Encontro do Foro de São Paulo

Este texto es la primera versión del documento base del XVIII Encuentro del Foro de São Paulo.


XVIII Encuentro del Foro de São Paulo

DOCUMENTO BASE – VERSIÓN 1

1. El XVIII Encuentro del Foro de São Paulo se realizará del 4 al 6 de julio de 2012.

2. La programación tentativa del XVIII Encuentro es:

3 de julio
- Llegada de las delegaciones
- 15h: Acreditación
- 15h: Reunión del Grupo de Trabajo
4 de julio
- Continuación de la acreditación
- 9h-13h: Reuniones de las secretarías regionales
a) Andino Amazónica.
b) Cono Sur.
c) Mesoamérica y Caribe.
- 13h-14h: Almuerzo
- 14h-18h: Talleres temáticos
a) Autoridades Locales y Subnacionales.
b) Defensa.
c) Democratización de la Información y la Comunicación.
d) Fundaciones y Escuelas o Centros de Capacitación.
e) Medio Ambiente y Cambio Climático.
f) Migraciones.
g) Movimientos Sociales.
h) Parlamentarios.
i) Seguridad y Narcotráfico.
j) Soberanía nacional y Descolonización.
k) Temática racial.
l) Trabajadores de Arte y Cultura.
5 de julio
- 9h-13h:
a) I Encuentro de las Mujeres.
b) IV Encuentro de las Juventudes.
c) Seminario sobre el colonialismo.
d) Segundo seminario sobre gobiernos progresistas y de izquierda.
- 13h-14h: Almuerzo
- 14h-18h: Continuación de las actividades de la mañana.
- 19h-21h: Inauguración oficial del XVIII Encuentro del Foro
6 de julio
- 8h-9h: Reunión del Grupo de Trabajo
- 9h-13h: Asamblea del Foro
- 13h-14h: Almuerzo
- 14h-18h: Continuación de la asamblea y clausura

3. Para contribuir con las discusiones del XVIII Encuentro, el Grupo de Trabajo va elaborar un documento base.

4. Sigue el cronograma de elaboración del documento base:

- Hasta 29 de diciembre: la SE envía la primera versión del documento base para la Comisión Redactora (PT-Brasil, PSUV, Frente Amplio-Uruguay, Polo Democrático Alternativo-Colombia, PRD-México, Partido Comunista de Cuba, FMLN, FSLN, delegación argentina, ANN-Guatemala, delegación de Puerto Rico, PCdoB, PT-México).
- Hasta 20 de enero: los integrantes de la Comisión Redactora enviarán sus enmiendas para la SE.
- Hasta 3 de febrero: la SE dará la forma final al documento base y enviará para nueva lectura y análisis de la Comisión Redactora.
- Hasta 24 de febrero: la Comisión Redactora debe enviar sus observaciones al texto.
- Hasta 16 de marzo: la SE debe aceptar o no, total o parcialmente, las enmiendas, debe enviar el documento base para el Grupo de Trabajo.
- 25 de marzo: el Grupo de Trabajo debatirá y aprobará el documento base.

5. El texto a seguir es la primera versión del documento base, elaborado por la Secretaría Ejecutiva y presentado para discusión en la Comisión de Redacción, formada por: PT-Brasil, PSUV, Frente Amplio-Uruguay, Polo Democrático Alternativo-Colombia, PRD-México, Partido Comunista de Cuba, FMLN, FSLN, delegación argentina, ANN-Guatemala, delegación de Puerto Rico, PCdoB, PT-México.

CAPÍTULO 1
DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN INTERNACIONAL

6. La dinámica internacional sigue influenciada por grandes variables, entre las cuales: a) la crisis internacional y sus implicaciones sociales y políticas; b) el deterioro de la hegemonía de los EUA, así como los esfuerzos que esta potencia hace para detener y reverter tal deterioro; c) el crecimiento de la influencia de los BRICS, como parte del desplazamiento geopolítico hacia el Sur y el Oriente.

7. Los hechos confirman en lo fundamental la evaluación que el Foro hizo de la crisis internacional en sus últimos encuentros. La crisis internacional no es una crisis económica, en el sentido estricto y micro de la palabra, pero una crisis del capitalismo neoliberal, en sus más variadas dimensiones, empezando por las básicas: económica, social y política.

8. Aunque el epicentro de la crisis siga en Estados Unidos, en enero de 2012 su punto más agudo está en Europa, donde se mezclan diferentes fenómenos. Hay que considerar la situación de estancamiento económico estructural de Europa, hace ya algún tiempo. Hay que considerar los fundamentos neoliberales que prevaleció en la unificación europea y sus implicaciones sobre los Estados más débiles, legalmente imposibilitados de adoptar políticas cambiarias y monetarias anticíclicas debido a las reglas del euro. Hay que considerar, finalmente, el impacto de la crisis sobre la institucionalidad de la Unión Europea y los desdoblamientos políticos y geopolíticos de la situación.

9. La dinámica de la crisis en Europa, en Estados Unidos y en Japón debilita la capacidad hegemónica de los que fueron, en las dos últimas décadas, los que se propusieron a ser el “centro rector” del mundo. Y abre paso para una reacomodación geopolítica, que aun está en curso y cuyo desenlace no se puede prever con exactitud.

10. Las ondas expansivas de la crisis afectan los demás países del mundo, incluso China y demás BRICS. A depender de cómo estos países considerados “emergentes” enfrenten la crisis, podemos tener tres situaciones distintas: o bien la constitución de una situación de multipolaridad; o bien la constitución de un nuevo centro hegemónico; o bien la reinstalación del viejo centro hegemónico.

11. Los EUA y la UE no están dispuestos a construir ni siquiera una alternativa de tipo keynesiana para enfrentar la crisis internacional. Lo que está en curso en estas regiones del mundo es no solamente una amenaza contra lo que resta del Welfare State, sino también una amenaza a la democracia, interna y externamente, así como una amenaza a la soberanía nacional de amplias regiones del mundo.

12. Es impresionante y digno de nota la reacción brutal de la cúpula de la UE contra el referéndum propuesto por el gobierno griego: la cuna de la democracia recusa el derecho democrático del pueblo a decidir sobre su destino.

13. En 2012, ocurrirán elecciones nacionales (presidente, parlamento) en varios de los gobiernos integrantes del llamado G20.  Hay señales contradictorias: al mismo tiempo que crece el mal estar y la movilización social contra las políticas conservadoras, crece también en algunos casos la fuerza electoral de la derecha.

14. Debemos evaluar, también, el hecho de que en determinados países, parcelas importantes de la izquierda siguen comprometidas con las políticas de ajuste neoliberal; en otros países, donde está en la oposición, sectores de la izquierda enfrentan dificultades para construir un programa alternativo.

15. En este contexto, el Foro de São Paulo debe acompañar con atención la evolución del cuadro político y electoral, tanto en los países de la UE, como en los Estados Unidos. Y colaborar, dentro de nuestras posibilidades y límites, para el debate ideológico que se traba en el mundo, en particular en la izquierda, acerca de las alternativas al neoliberalismo.

16. Debemos apoyar los esfuerzos que sectores de la izquierda europea hacen de romper con los paradigmas neoliberales y con las limitaciones que caracterizan iniciativas presentadas como “progresistas”, "técnicas" o de "unidad nacional". Respecto a ello, el Foro de São Paulo seguirá invirtiendo energías en la Secretaría Regional Europa del Foro de São Paulo.

17. Debemos profundizar el debate sobre la situación en los Estados Unidos. Por un lado, está claro que el gobierno Obama mantuvo la práctica de intervenciones militares, no alteró la política para América Latina y el Caribe, mantuvo el bloqueo contra Cuba, ha empeorado las condiciones para los migrantes, adoptó medidas pro Wall Street. Por otro lado, el Partido Republicano continúa en camino a la extrema derecha, del cual el Tea Party es una de las expresiones más visibles.

18. A diferencia de Europa, la izquierda no posee una destacada expresión electoral propia en los EUA. En este cuadro, el Foro de São Paulo debe seguir invirtiendo energías en la constitución de la Secretaría Regional del Foro de São Paulo en los Estados Unidos.

19. El desplazamiento geopolítico (Norte/Sur, Occidente/Oriente) y el ascenso de los BRICS provoca, entre otras reacciones, un creciente recurso de los EUA y de sus aliados a la carta militar. Es preocupante el creciente presupuesto destinado a la defensa por EUA, en un país que sólo gasta con la “defensa” lo mismo de los demás países del mundo.

20. Es en estos  marcos, de creciente presión militarista e imperialistas, que el Foro de São Paulo sitúa los procesos en curso en Palestina, Libia, Siria e Irán; así como el agravamiento del cuadro en Pakistán y Afganistán. Como telón de fondo de estos conflictos, se verifica una agudización de la disputa por los recursos naturales.

21. Es necesario fortalecer, especialmente en los países gobernados por partidos del Foro, las medidas de apoyo a la paz y la solidaridad con los pueblos, en particular el reconocimiento del Estado Palestino por la ONU. El tema de la paz y la necesidad de construir alternativas al capitalismo neoliberal deben ser ejes importantes de la actividad del Foro de São Paulo.

22. En vista de las características y profundidad de la crisis, es probable que las próximas dos décadas sean marcadas por una instabilidad prolongada, marcada por fuertes conflictos sociales, políticos y militares. Lo que torna aun más urgente e indispensable la unidad e integración de Latinoamérica y el Caribe.

DESCRIPCIÓN DE LA SITUACION LATINOAMERICANA Y CARIBENA

23. En lo tocante a la situación regional, es necesario considerar detalladamente: a) los impactos de la crisis internacional en la economía de la región; b) la evolución del cuadro político, considerando que ha situaciones distintas en el Sur y en el Centro/Norte/Caribe.

24. En la región Centro/Norte/Caribe, se siente de manera más fuerte la influencia política e ideológica de Estados Unidos, su presencia militar, su fuerza económica y el impacto de su crisis.

25. Por esto, enfatizamos la importancia singular de las elecciones mexicanas: una victoria de Andrés Manuel López Obrador introducirá una dinámica nueva en toda la región.

26. De inmediato, un cambio en México criará mejores condiciones para los gobiernos y los pueblos de Centroamérica, como es el caso de Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, que deben ser objeto de análisis detallado por parte del XVIII Encuentro.

27. También deben ser objeto de análisis detallado, por parte del XVIII Encuentro, las situaciones de Cuba, Haití, Puerto Rico.

28. En la región Sur es menor la influencia política e ideológica de Estados Unidos. Este es uno de los factores que explica la fuerza de la izquierda y de los sectores progresistas en esta subregión de nuestro continente. El XVIII Encuentro debe hacer un análisis detallado de la situación suramericana, país por país.

29. Pero Estados Unidos están presentes en la región, empezando por Colombia, donde sigue nuestra lucha por la paz y por otro modelo económico social.

30. La influencia dañina de EUA también se hace sentir en Venezuela, donde buscan influir en la elección venezolana, que se va realizar en octubre de 2012. Para la izquierda venezolana y continental, reelegir Chávez es fundamental.

31. El éxito de los gobiernos impulsados/integrados/apoyados por la izquierda latinoamericana agrupada en el Foro de São Paulo dependerá cada vez más de la combinación adecuada entre integración regional, soberanía nacional, fortalecimiento del Estado, desarrollo económico centrado en el mercado interno y democracia popular. En estos marcos, se tornará cada vez más posible y necesario no solo enfrentar la crisis internacional y superar el modelo neoliberal, sino también debatir alternativas al capitalismo.

32. El XVIII Encuentro del Foro de São Paulo hará un balance de los procesos de integración, con énfasis en la CELAC.

33. Reafirmamos nuestro compromiso con la causa de la descolonización, autodeterminación e independencia, unidad e integración de nuestros pueblos. Destacar los casos de Puerto Rico, Malvinas, Guyana Francesa.

Capítulo 3
PLAN DE TRABAJO

34. Reafirmar la actualidad del plano de acción del Foro, aprobado en el XVII Encuentro, a comenzar por mantener los espacios conquistados, en especial los gobiernos nacionales;

35. Seguir luchando para derrotar a la derecha donde gobierna;

36. Profundizar los cambios donde gobernamos;

37. Acelerar el proceso de unidad e integración regional;

38. Derrotar el contraataque del imperialismo y de la derecha;

39. Apoyar (y buscar ampliar) las luchas sociales;

40. Avanzar en una solución política y pacífica para las situaciones de Honduras y Colombia;

41. Ampliar el debate sobre las alternativas al neoliberalismo y al capitalismo;

42. Mejorar el funcionamiento orgánico del Foro de São Paulo;

43. Ampliar el diálogo, la integración, cooperación y unidad de acción entre las izquierdas latinoamericanas y caribeñas;

44. Ampliar la capacidad de elaboración (análisis teórica, programa, estrategia, táctica, temas específicos) de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas, en especial adoptando una actitud propositiva frente a los temas centrales y más destacados.

45. Ampliar nuestro diálogo con África.

46. Ampliar el nivel de diálogo y de acuerdos con los partidos de China, Rusia, India y África del Sur. Presentar a los partidos de los BRICS nuestras opiniones sobre la crisis y las alternativas, con ocasión de la cumbre que ocurrirá en marzo/2012, en Nueva Delhi, y también con ocasión de la Cumbre del G20 (junio en México).

Roteiro do documento base

Roteiro do documento base
(da segunda etapa do Primeiro Congresso da AE)

Nos dias 3, 4 e 5 de fevereiro de 2012, a Articulação de Esquerda vai realizar a segunda etapa do seu Congresso Nacional.

Em julho de 2011, a primeira etapa do Congresso aprovou resoluções publicadas em três cadernos, sob os títulos “Nossos desafios”, “Conjuntura, tática e estratégia” e “AE: História e funcionamento”.

Agora, a segunda etapa inclui a conferência sindical, a conferência de juventude, a conferência de mulheres, a plenária de educação, a plenária de saúde, a plenária popular-urbano, a plenária agrária-agrícola, a plenária de combate ao racismo, a plenária LGBT, a plenária de quadros de governo & parlamentares.

O documento base de cada uma destas conferências e plenárias será, depois de debatido, incorporado às resoluções da segunda etapa do Congresso.

Além destas discussões “setoriais”, a segunda etapa do Congresso da AE vai se debruçar sobre dois pontos: conjuntura e tática para 2012 e plano de trabalho 2012-2014.

O texto a seguir é um roteiro para esta discussão. Até o dia 21 de janeiro, este roteiro receberá emendas, a partir das quais a Direção Nacional aprovará a versão definitiva do documento base da segunda etapa do Congresso da AE.

Conjumtura e tática em 2012

O mundo está imerso em uma crise profunda, duradoura e de consequências imprevisíveis.

Trata-se de uma crise do capitalismo neoliberal, acentuada pelo declínio da hegemonia dos Estados Unidos e pelo deslocamento do centro geopolítico mundial, do Norte para o Sul e do Ocidente para o Oriente.

Frente a esta crise, os governos dos Estados Unidos, da Europa e do Japão insistem em soluções neoliberais e acentuam um comportamento imperialista, que visa apropriar-se das regiões produtoras de matérias-primas.

A política monetária expansionista dos Estados Unidos e o ajuste fiscal ortodoxo na Europa buscam o mesmo: fazer com que as camadas populares e as periferias do mundo paguem o custo da crise.

Está em curso a destruição do que sobrou do Welfare State e as liberdades democráticas estão sob ameaça.

Parte importante da esquerda, nesta região do mundo, é cúmplice ativa das politicas neoliberais.

Mas há também o outro lado da medalha: presença de uma esquerda que, embora minoritária, busca ser consequente na defesa da democracia, do bem-estar social e do socialismo; investe na retomada da mobilização social; e conduz uma crítica ideológica ao neoliberalismo e ao capitalismo.

A crise afetará, em maior ou menor medida, todos os países, inclusive os chamados BRICS.

A depender do impacto que tenha sobre a China, que possui vínculos profundos com os Estados Unidos, a crise pode atingir um patamar ainda mais grave.

Além dos efeitos econômico-sociais, a crise está causando cada vez mais instabilidade política e conflitos militares. A guerra em larga escala passou a ser uma variável que deve ser considerada em todas as análises.

O cenário latino-americano é relativamente distinto do cenário internacional.

Relativamente, porque nas regiões mais afetadas pelos Estados Unidos, há maiores dificuldades, não apenas econômico-sociais, mas também políticas e militares, seja sob a forma de guerra civil (Colômbia), seja sob a forma de crime organizado em larga escala (México, Guatemala, El Salvador, Porto Rico, entre outros).

Distinto, porque importantes governos da regiões buscam implementar políticas de desenvolvimento centradas na ação do Estado, nos mercados internos, na integração regional, combinadas com políticas de ampliação da qualidade de vida e da democracia.

Ou seja: buscam implementar políticas de desenvolvimento capitalista de orientação keynesiana e inspiração social-democrata. Em alguns casos, tentam articular isto com uma orientação estratégica socialista.

No caso do Brasil, a política adotada pelo segundo mandato de Lula permitiu resistir aos efeitos da crise de 2008.

A resistência segue durante o governo Dilma, mas sob dificuldades crescentes.
É cada vez mais urgente uma queda acelerada dos juros e medidas de proteção da economia nacional, entre as quais o controle do câmbio.

Para que isso ocorra, entretanto, é preciso derrotar a resistência dos neoliberais e dos social-liberais, que hegemonizaram parte do governo Lula e seguem presentes no governo Dilma.

O setor hegemônico da esquerda brasileira considera e/ou opera na prática, para que a alternativa ao neoliberalismo e ao social-liberalismo seja o nacional-desenvolvimentismo.

Outros setores da esquerda brasileira pensam diferente e defendem que nossa alternativa deva ser, não o nacional-desenvolvimentismo, mas sim o social-desenvolvimentismo.

Estes setores consideram que as políticas de investimento público, especialmente na industrialização, precisam ser combinadas com a ampliação das políticas sociais e da democracia.

Nós da esquerda petista consideramos que tampouco o social desenvolvimentismo é suficiente: precisamos de reformas estruturais, a começar pela tributária, pela política e pela da comunicação.

Não se trata, é importante dizer, apenas de nossa “vontade”. O fato é que, se não fizermos reformas estruturais, as políticas nacional-desenvolvimentistas e social-desenvolvimentistas terão fôlego curto e terminarão sufocadas pelos componentes estruturais do capitalismo brasileiro.

Defendemos, por isto, a implementação de um desenvolvimentismo democrático-popular articulado com o socialismo.

Seja devido à herança recebida do governo Lula, seja devido às medidas adotadas durante 2011, o governo Dilma exibe níveis impressionantes de popularidade.

Mas isto por si só não garante que o PT seja vitorioso nas eleições municipais de 2011.

Parte da popularidade exibida pelo governo Dilma não vem de setores da esquerda; parte da chamada base aliada (especialmente o PMDB e o PSB) opera abertamente contra o PT; e a piora no quadro econômico torna mais potente o discurso anti-petista.

Como em 2005, o discurso anti-petista tem no tema da corrupção um componente chave. Devido a esta repetição temática, setores do PT acham que o risco é baixo. Pensamos exatamente o contrário: estamos assistindo ao mesmo filme, em ritmo mais lento; e a conjugação do discurso anti-corrupção com uma piora do quadro econômico, num quadro de relativa despolitização, pode produzir uma derrota. Neste sentido, a queda sucessiva de ministros sob acusações de corrupção é um sinal preocupante.

Há outros sinais também preocupantes.

O primeiro deles vem da juventude. Em 2010, a maioria da juventude não votou em Dilma, nem no PT. Em 2011, no que pode ser indicativo de tendência, a direita ganhou eleições em três entidades universitárias importantes: DCE da UnB, DCE da UFMG e CA do Largo São Francisco. E há muita confusão na juventude, acerca do PT e de nossos governos.

O segundo deles vem do debate sobre a democratização das forças armadas. Tanto o governo Lula quanto o governo Dilma adotaram uma postura defensiva frente aos militares, não apenas no tema dos direitos humanos, mas também em outras questões (controle do transporte aéreo, Haiti, espionagem contra movimentos sociais etc.).

O terceiro deles vem da direita, que está  implementando há anos uma ofensiva ideológica coordenada, que vai da saúde da mulher até a criminalização dos movimentos sociais. Esta ofensiva alimenta a violência crescente contra os trabalhadores rurais, contra militantes de esquerda etc.

O quarto deles vem do Congresso. Uma análise detalhada da pauta do Congresso Nacional mostra que a direita domina as duas “casas” e está aprovando o que deseja, como ocorreu no Código Florestal e na disputa do Pré-Sal.

O quinto deles vem da oposição de direita. Enquanto na ala majoritária do Partido ainda predomina o discurso cabotino segundo o qual a oposição não tem discurso, está acuada etc.; o que vemos é a direita rearticulando-se, em torno da candidatura de Aécio Neves.

Tendo em vista todos estes elementos, consideramos necessário que o PT recupere sua condição de centro político, do governo, da ação parlamentar, da mobilização social e da disputa ideológica.

E que imprima uma atitude ofensiva, em defesa de um programa mais amplo de transformações para o Brasil; articulando isto com a adoção de medidas urgentes em defesa da economia nacional contra a crise.

É preciso utilizar os encontros setoriais, as mobilizações sociais e as campanhas eleitorais de 2012 para popularizar nossa visão acerca da conjuntura, em particular as diferentes formas de enfrentar a crise capitalista; e para ganhar adeptos para as reformas política, tributária e da comunicação.

É preciso, ainda, mostrar ao Partido que nossas dificuldades revelam as insuficiências da estratégia adotada pelo setor majoritário do Partido.

O documento base e as demais resoluções setoriais do Congresso devem desenvolver nossa:

- Tática para os setoriais.
- Tática na mobilização social.
- Tática nas eleições 2012, detalhando as medidas de apoio ao planejamento das candidaturas, apoio na produção de materiais, assistência nas campanhas e planejamento de atuação dos mandatos eleitos. E também escala de prioridades: capitais; as demais candidaturas majoritárias vinculadas a AE; as candidaturas proporcionais em cidades onde há 2º turno; e as demais candidaturas proporcionais.
- Ação nos governos, incluindo balanço SPM pós-Conferência de Mulheres do governo federal.

Plano de trabalho 2012-2014

A evolução da conjuntura internacional e nacional, assim como os dilemas do governo e do Partido confirmaram no essencial as opiniões políticas que a AE elaborou em nosso recente Congresso e ao longo dos últimos anos, consolidadas nos livros Socialismo ou Barbárie, Novos rumos para o governo Lula e Resoluções da Décima Conferência da Articulação de Esquerda.

Reiteramos, portanto, nossa visão sobre as grandes disputas estratégicas do atual momento histórico, no âmbito internacional, no Brasil e no PT.

No mundo, a disputa entre dois blocos capitalistas, cabendo às esquerdas recolocar o socialismo como um pólo alternativo.

No Brasil, a disputa entre neoliberalismo e nacional-desenvolvimentismo, cabendo às esquerdas viabilizar o desenvolvimentismo democrático-popular, articulado com o socialismo.

No PT, a disputa entre um trabalhismo social-liberal e uma social-democracia social-desenvolvimentista, cabendo à esquerda reorganizar um pólo socialista.

O desenlace de cada uma destas disputas pode ocorrer em dois tempos distintos: ou num tempo rápido, ou num tempo curto. Temos que estar preparados para os dois cenários.

Para isto, precisamos atualizar nosso conhecimento sobre o capitalismo do século XXI, sobre as tentativas de construção do socialismo no século XX e sobre a estratégia de luta pelo socialismo no Brasil.

Acerca do Brasil, precisamos conhecer a atual estrutura de classes, profundamente alterada desde o período neoliberal; assim como precisamos conhecer melhor a situação da classe trabalhadora, suas organizações sociais, os partidos políticos, sua a intelectualidade.

E entender em que medida as tendências internas do PT refletem as diferentes frações de classe e as diferentes tendências políticas existentes na classe trabalhadora.

Além disso e principalmente, trata-se de transformar inteligência em força.

Por razões que já foram debatidas entre nós e detalhadas nas resoluções de nosso Congresso, desde um patamar inicial de 30% (1993), caímos para um patamar de 10% (2005) de presença no DN do PT e seguimos caindo...

O objetivo central de nosso plano de trabalho deve ser reverter esta situação: deter a queda e voltar a crescer.

Nossas metas para 2011-2014 são: a) participar da campanha de filiações do PT, trazendo para o Partido nossa base social e eleitoral; b) contribuir com os encontros setoriais do Partido, ampliando a presença de nossos militantes nas secretarias e setoriais; c) ampliar nossa bancada no Congresso da CUT em 2012; d) eleger maior número de prefeitos e vereadores em 2012; e) eleger 8 membros no DN e 2 membros na CEN em 2013; f) ampliar nossa bancada no Congresso da UNE em 2013; g) ampliar o número de parlamentares em 2014; h) ampliar a circulação do Página 13 e das publicações da Editora P13.

Estas metas poderão ser alcançadas se, além de conjuntura favorável e de um pouco de sorte, conseguirmos uma adequada combinação entre política geral e política organizativa. É o que pretendemos na segunda etapa do Congresso da AE.

Somos uma tendência petista, que tem como principal objetivo interno tornar hegemônica no PT a estratégia democrático-popular & socialista.

Nossa capacidade de atingir este objetivo depende de que tenhamos mais força dentro do PT.

Isto passa por nos fortalecer nas eleições 2012 e 2014, na disputa do PED 2013, nos governos petistas, nos movimentos sociais, assim como na luta ideológica e cultural.

Nosso principal objetivo nos setoriais 2012 e no PED 2013 é ampliar a votação da Articulação de Esquerda em particular e da esquerda petista em geral.

Para atingir este objetivo, é necessário que o Congresso da AE decida acerca de três preliminares:

a) se vamos adotar uma política nacional, a partir da qual organizaremos centralizada e verticalmente as disputas estaduais, municipais e inclusive as setoriais de 2012. Ou se adotaremos uma orientação geral, cabendo a cada estado/cidade/setor adotar a política que julga mais adequada para atingir este objetivo.
b) qual será nossa orientação programática e, por decorrência, qual será o nosso arco de alianças potenciais. Existindo basicamente duas alternativas: ou fazemos uma disputa estratégica e programática, tendo como aliados os diferentes setores da esquerda petista; ou fazemos uma disputa sobre temas de natureza tática, buscando aliados para além da esquerda petista.
c) como vamos lidar com nossos aliados históricos. Há basicamente duas alternativas: ou tomamos a decisão preliminar de que teremos chapa e candidatura nacional, vindo conosco quem aceitar de antemão nossa hegemonia; ou propomos aos aliados um método e um calendário de debate, com o propósito de construir uma chapa e uma candidatura unificadas, que pode ou não ser hegemonizada pela AE.
Propomos que a AE adote uma política nacional centralizada, em defesa do programa e da estratégia democrático-popular & socialista; apresentando uma chapa com nossos aliados de esquerda.
Proporemos a estes aliados a realização, no final de 2012, de um grande Encontro Nacional, aberto ao conjunto das forças sociais e políticas comprometidas com o projeto democrático-popular & socialista, para debater nossa política para o biênio em 2013-2014.
Esperamos construir, com estes aliados, chapas e candidaturas para disputar o PED 2013 em todos os níveis. Mas, sabendo das dificuldades inerentes a este tipo de processo unitário, a AE vai se preparar para disputar com chapa e candidatura própria em todos os níveis, a começar pelos encontros setoriais de 2012.
Neste cenário, nosso objetivo é atingir 10% dos votantes, elegendo 8 (oito) membros no DN e 2 (dois) na CEN.
Para isto, assim como para dar conseqüência às decisões adotadas nas conferências sindical, de juventude, de mulheres, e as plenárias de educação, saúde, popular-urbano, agrária-agrícola, combate ao racismo, LGBT, de quadros de governo & parlamentares, bem como as decisões sobre os setoriais adotadas pelo Secretariado nacional no dia 20/12/2011, realizaremos nos meses de fevereiro/março/abril de 2012, uma visita aos 27 estados do país, realizando em cada capital pelo menos um debate aberto a todo o Partido e pelo menos uma reunião com cada direção estadual, onde será discutida a política de construção da tendência nos principais municípios e movimentos sociais do respectivo estado.
Em relação ao Página 13, nossas metas são: chegar em dezembro de 2012 com 4 mil assinantes; ampliar a audiência da Página eletrônica; lançar o P13 semanal eletrônico.
Realizaremos a Oitava jornada nacional de formação em Esteio (RS), de 14 a 23 de janeiro de 2011. Nesta ocasião, reuniremos o GT nacional de formação, quando discutiremos sobre a Nona jornada nacional (proposta para Natal), a formação à distância e as jornadas regionais e setoriais de formação.

Este esforço integra o objetivo de construir uma escola socialista no Brasil, entendo por escola uma corrente de pensamento baseada num forte movimento político-social, capaz de recolocar a alternativa socialista como uma alternativa prática para a sociedade brasileira.

Até o dia 21 de janeiro, este roteiro receberá emendas, a partir das quais a Direção Nacional aprovará a versão definitiva do documento base da segunda etapa do Congresso da AE.

domingo, 25 de dezembro de 2011

O futuro do PT

Texto publicado dia 27 de outubro de 2005.



A ofensiva das forças conservadoras contra nós foi contida pela demonstração de força que a militância petista deu no PED, bem como pela vitória que obtivemos na eleição do presidente da Câmara dos Deputados.
Mas não devemos confundir a interrupção momentânea do bombardeio, com o fim da ataque. O crescimento tucano nas sondagens eleitorais e a vitória do Não no referendo de 23 de outubro mostram, para quem quiser enxergar, em que mares revoltos estamos navegando.
Cabe considerar, também, os problemas e limitações do governo federal, em particular a desenvoltura com que a Fazenda continua atuando, aparentemente alheia aos sinais cada vez maiores de insatisfação, que crescem nas bases militantes, sociais e eleitorais do PT e do governo Lula.
Este é o terreno minado em que atuará o Diretório Nacional eleito no dia 18 de setembro. Conforme se previa, será de fato uma direção de transição, a quem caberá defender o PT, construir as condições para uma vitória nas eleições de 2006 e convocar o III Congresso Partidário.
A defesa do PT se fará em quatro diferentes planos. Primeiro, frente aos ataques da direita, que continua impulsionando uma campanha de desmoralização do Partido. Segundo, frente aos riscos de falência financeira, herança dos métodos de financiamento e gestão hegemônicos na direção anterior. Terceiro, frente a setores influentes do governo, para quem o Partido é um estorvo. Quarto, frente aos ataques da ultra-esquerda.
Defender tantos flancos, simultaneamente, não será uma tarefa fácil. Como não será fácil obter uma vitória nas eleições gerais de 2006, que se darão num cenário bem diferente de 2002.
Pela primeira vez, disputaremos uma reeleição presidencial, tendo que efetuar a defesa de uma experiência de governo que a média dos filiados encara de maneira muito crítica, como o PED demonstrou.
A tática do PT na eleição de 2006 não se resume à reeleição de Lula. Não basta vencer. É preciso vencer em condições que nos permitam realizar um segundo mandato superior ao primeiro.
Isso exige mudanças imediatas na condução do governo, uma campanha de polarização programática, bem como a eleição de um número maior de governadores, deputados e senadores ligados ao campo democrático e popular.
No caso de verificar que a candidatura de Lula segue muito forte, a direita provavelmente concentrará seus esforços em manter o governo federal manietado a partir de dentro e cercado a partir de fora, a partir dos governos estaduais e de uma maioria conservadora no Congresso Nacional, coordenados com o poder judiciário, com os grandes meios de comunicação, com as entidades empresariais e com seus aliados internacionais.
No caso de sentir que há chances de derrotar Lula, a direita provavelmente concentrará seus esforços na disputa presidencial, o que inclui desde o estímulo para que Lula não concorra, bem como o esforço de unidade, desde o primeiro turno, entre o PSDB e o PFL. Neste cenário, é provável que os meios de comunicação concedam um espaço generoso para as candidaturas que disputarão, com Lula, o eleitorado de esquerda.
Em qualquer dos dois cenários, o Partido dos Trabalhadores seguirá sendo o alvo principal dos ataques da direita.
Um capítulo importante da batalha de 2006 é a disputa pelos governos estaduais. Nesta questão, destacam-se os estados de maior peso político e econômico, os estados governados pelo PT e aqueles onde temos desde já candidatos a governador com grandes chances de vitória.
Outro capítulo importante é a eleição proporcional, tanto para o Senado, quanto para a Câmara dos Deputados e Assembléias Legislativas. Se não alterarmos a situação, corremos o risco de uma redução ou pelo menos estagnação de nossa representação parlamentar, sendo o prejuízo maior onde não consigamos fazer campanhas partidárias e politizadas.
Não é preciso repisar a importância de termos governos e mandatos parlamentares, tanto para a disputa política geral do país, quanto para as disputas regionais, sem falar no apoio aos movimentos sociais, inclusive àqueles que professam desprezo à institucionalidade.
A eleição de 2006 será muito difícil para o PT. Por conta disto, é fundamental iniciá-la desde já, naquilo que constitui nossa maior dificuldade: o debate programático.
O PED demonstrou que o PT tem reservas estratégicas para enfrentar os ataques da direita. Ficou clara, também, a redução do apoio à política hegemônica no governo. Mas se o PED acabou com a velha maioria, não criou uma nova maioria. Em outras palavras: não está dado que o PT conseguirá produzir uma alternativa à orientação que prevaleceu desde 1995, nem muito menos qual o teor desta alternativa.
Uma nova estratégia e uma nova maioria não serão produzidas “a frio”, apenas através de alianças entre os diversos grupos que compõem a nova direção nacional do PT, onde ninguém sozinho dispõe de maioria absoluta. Pelo contrário, uma nova estratégia e maioria serão produzidas “a quente”, na condução da ação partidária e na disputa sobre qual deve ser a orientação do Partido nos próximos e decisivos meses que nos separam da, esperamos, reeleição de Lula.
Um dos embates decisivos se dará em torno da elaboração do programa de governo 2007-2010. O grupo “pallociano” tem um “programa” claro: aprofundar o ajuste fiscal. E, quem sabe, fazer do próprio Ministro da Fazenda o candidato à presidente da República na primeira eleição pós-Lula, conseguindo aquilo que Pedro Malan tentou sem êxito. Para isso, o grupo de Palloci certamente tentará exportar, para o programa do Partido, todos os limites que sua orientação conservadora impôs à ação do governo federal.
É evidente que, se quisermos vencer a eleição de 2006, Lula tem de ser nosso candidato. E Lula candidato fará um balanço extremamente positivo de seu mandato, certamente mais positivo do que o próprio Partido faria, noutras condições de temperatura e pressão.
Pelos mesmos motivos, tende a existir uma diferença significativa entre o programa com o qual o PT gostaria de disputar as eleições de 2006, versus o que será o programa com o qual Lula aceitará disputar a reeleição.
Esta diferença precisa ser tratada de maneira mediada, nem condicionando nosso apoio à candidatura de Lula, à concordância deste com o programa elaborado pelo Partido, nem tampouco submetendo o Partido às imposições do Ministério da Fazenda.
Em nossa opinião, cabe ao PT fazer um programa conforme seus objetivos programáticos e estratégicos, negociando este programa com os partidos aliados e com o candidato à presidência da República.
Este, por sua vez, certamente terá a sensibilidade de perceber que nosso governo e nossa candidatura precisarão fazer muitos gestos à esquerda, se quisermos contar com um esforço militante expressivo na campanha de 2006. Esforço militante que será fundamental, num quadro em que a situação financeira do PT será muito precária.
Isto posto, a nova direção nacional do PT deve chamar para si o processo de elaboração do programa de governo, processo que inclui pelo menos três dimensões fundamentais:

a)o balanço da experiência do governo Lula 2003-2006;
b)o diálogo programático e estratégico, com a base partidária, com nossos aliados de esquerda e com os movimentos sociais;
c)a relação entre o programa de governo 2007-2010 e nossa elaboração estratégica, o que supõe lembrar qual o papel  da disputa e do exercício do governo federal, na estratégia de luta pelo socialismo no Brasil.
Isso nos remete à terceira tarefa da nova direção nacional: a convocação do III Congresso do Partido dos Trabalhadores. O melhor momento para sua realização é após as eleições de 2006, isto por dois motivos principais.
O primeiro deles: evitar que o debate sobre temas ideológicos, programáticos e estratégicos seja contaminado pelo pragmatismo eleitoral, que ataca em maior ou menor medida todos os setores do Partido, impedindo inclusive que haja o tempo e a atenção indispensáveis a um Congresso que mereça este nome.
O segundo deles: permitir que o debate congressual seja travado, já sendo conhecido o resultado da eleição presidencial, que por sua vez definirá o cenário tático-estratégico em que atuaremos no próximo período, não apenas no Brasil, mas também na América Latina (onde ocorrerão várias eleições importantes, em 2006).
No III Congresso é que se poderá responder, de verdade, qual o futuro do PT. Pois que tem futuro, isso o PED já respondeu.




Carta enviada dia 12 de setembro de 2005

A carta abaixo foi enviada no dia 12 de setembro de 2005, ao signatário e pelos motivos expostos abaixo. Desconheço se foi publicada.

Prezado Ricardo Azevedo,
Na segunda-feira, 5 de setembro, você me convidou para participar do ato pela “Refundação” do Partido.
Inicialmente, minha disposição era comparecer.
Pesava nesta decisão inicial o teu convite e o fato do ato ter, como anfitriões, militantes a quem respeito muito.
Pesava, também, a vontade de participar do debate e, é claro, a irresistível tendência que candidatos têm, em aparecer em atividades nas quais a militância comparecerá em peso.
Entretanto, acabei optando por não comparecer.
O motivo fundamental: discordo da proposta de “refundação”.
Nestas condições, comparecer apenas para aparecer não seria correto.
Tampouco seria adequado, penso eu, comparecer para polemizar, exatamente naquele que é o primeiro ato dos defensores da “refundação”, quando os organizadores têm o sagrado direito de se colocar em acordo, sem serem atrapalhados por um convidado impertinente.
De toda forma, acho importante esclarecer os motivos pelos quais discordo da proposta.
O termo “refundação” pode ter vários sentidos, entre os quais “fundar novamente”.
Este foi o sentido que prevaleceu na Itália, no movimento conhecido como Refundação Comunista.
Este movimento foi posterior à consolidação de uma maioria e de uma hegemonia social-democrata no velho Partido Comunista Italiano, que o transformou no Partido Democrático de Esquerda, produzindo na esquerda da organização um movimento de “refundação” do comunismo italiano, que resultou na criação de outro partido, atualmente chamado de Partido da Refundação Comunista.
No nosso caso, faltam poucos dias para a eleição de uma nova direção partidária. Há fortes sinais de que a militância petista votará pela renovação, o que nos distanciará por completo do “caso” italiano.
O termo “refundação” pode ser utilizada noutro sentido: o de trocar de fundamentos.
Voltando ao caso da Itália, foi isso o que a antiga maioria do Partido Comunista fez, diante do impacto da “crise do socialismo”: transformou um partido comunista, já bastante arejado, num partido social-democrata de centro-esquerda.
Na minha opinião, é neste sentido que Tarso Genro emprega o termo, como se pode constatar aliás na leitura do texto “Por uma Refundação Democrática do PT”.
Aquele texto contém uma plataforma pela “refundação” do Campo Majoritário, que seria seguida por uma refundação do Partido, à sua imagem e semelhança.
Isso não decorre apenas dos signatários, entre os quais cito Tarso Genro, Ricardo Berzoini e Aloizio Mercadante, para não falar de Paulo Delgado e Estilac Xavier.
Decorre do que é dito (e do que não é dito) pelo texto, que convida os “integrantes do Campo Majoritário, que pretendem uma profunda renovação do Partido, a construir um movimento”, cujos objetivos são expostos a seguir.
Primeiro: “constituir um novo núcleo dirigente para o partido”, que não governe como maioria quantitativa, mas sim pela “argumentação”, “qualidade” e “coerência” das suas propostas e do “convencimento”.
Segundo: “iniciar um debate sobre a política de alianças”, tendo em vista uma “composição que tenha compromisso programático com as mudanças” que defendemos.
Terceiro: “formular um projeto de transição para um novo modelo de desenvolvimento”.
Quarto: “buscar a formulação de propostas que promovam novos mecanismos de controle público do Estado”.
Quinto: “realizar, no final deste ano, o III Congresso do Partido”.
O texto de Tarso Genro conclui explicando que seus signatários se referenciam “no programa de governo apresentado no primeiro turno da eleição presidencial de 2002”.
Tirante a inexistência de autocrítica, causa espécie a ausência de qualquer referência, mesmo que ritual, ao socialismo, aos movimentos sociais, à classe trabalhadora e à construção partidária.
Estas ausências confirmam, para nós, que a “refundação democrática” proposta por Tarso Genro é uma troca de “fundações”, uma mudança de “fundamentos”.
O termo “refundação” pode ser utilizado, também, noutro sentido: o de reafirmar as fundações.
Esta idéia está presente no discurso de vários dos candidatos à presidência nacional do PT, inclusive dos que se opõem à idéia da “refundação”.
Quando Plínio Sampaio fala em retomar os núcleos, ela está presente. Quando Sokol fala em relançar o Manifesto do PT, ela está presente. Quando Maria do Rosário fala “quero meu PT de volta”, ela está presente.
Acontece que todos sabemos que o “paraíso perdido” não existe. As condições vigentes na origem do PT não se repetirão mais. Portanto, do que realmente se trata é materializar seus princípios fundacionais, em políticas adequadas ao momento presente.
Mas, para que ocorra uma refundação no sentido de materializar os fundamentos, é preciso estabelecer de maneira bastante clara as diferenças existentes, entre os que reivindicam a mesma e simpática consigna da “refundação”.
Por exemplo, as diferenças entre a proposta de “refundação democrática”, feita por Tarso Genro; e a proposta de “refundação socialista”, feita por Raul Pont.
Noutra oportunidade, analisaremos a proposta feita por Raul Pont. Adiantamos, por óbvio, que não temos sobre ela a mesma apreciação que fazemos sobre a proposta de Tarso Genro. Motivo pelo qual trabalhamos para que os apoiadores de nossas candidaturas (Pont e Pomar) estejam unidos, no segundo turno do PED.
Sendo tantos os sentidos da “refundação” e dada a minha discordância com pelo menos dois deles, prefiro acompanhar a alguma distância o movimento de vocês, certo de que nos encontraremos logo mais, apoiando no segundo turno a mesma candidatura a presidência nacional do Partido e organizando o III Congresso do PT, que deve ser realizado o mais breve possível.
Saudações petistas, um abraço
Valter Pomar

La esperanza es roja

Este documento foi divulgado, em espanhol, em julho de 2005.

En 1930 un obrero negro disputó a la Presidencia de la República. Su nombre: Minervino de Oliveira. No ha podido votar en sí mismo, pues se encontraba encarcelado. Tampoco pudo saber cuantos votos obtuve, por la fraude. Aquellas elecciones han sido el preludio de la Revolución de 30, y de quince años de dictadura de Vargas.
En el 1945, Yedo Fiúza, candidato de los comunistas a la presidencia de la República, recibió casi el 10% de los votos nacionales. Sin embargo, su muy bueno desempeño no impidió que en el año 1947 el Partido Comunista fuera colocado en la ilegalidad donde solo retornaría casi cuarenta años después, y con muchos asesinados.
Tales episodios ilustran un hecho acerca del PT: jamás en toda historia brasileña un partido de izquierda ha acumulado tanta fuerza social e  institucional. Es como se nuestro Partido poseyera hoy una fuerza superior a aquella que los partidos Laborista y Comunista tuvieron en los inicios de los años 60.
Todo eso es motivo de orgullo a cada uno de los millones de trabajadores y trabajadoras que desde las décadas anteriores y a lo largo de los últimos 25 años hicieron las luchas sociales, políticas y culturales en nuestro país. Sin embargo, se hay motivos para celebrar también los hay para mucha preocupación.
El gobierno de Lula no es el primer intento, en el mundo, que hace la izquierda de reformar el capitalismo por la vía electoral. Y en los últimos años todos los intentos han fracasado.
Y más, es importante tener en cuenta que el capitalismo en Brasil jamás ha sido sometido, con éxito, a uno enfrentamiento socialdemócrata. En los momentos de crisis más aguda, las clases dominantes eligieron la vía de  la conciliación de las elites, con los “acuerdos por arriba”, que posibilitaron que la “modernización” capitalista siguiera a costa de las masas populares.
Ha sido así en la historia. Luego da la independencia de Portugal se produjo la dependencia de Inglaterra, y más adelante, de los Estados Unidos. Se abolió el trabajo esclavo, pero los esclavos siguieron en la miseria, sin reforma agraria.
De esa manera, la instauración de la República ha sido marcada por la democracia restringida.
La dictadura militar solo podría terminarse por una transición “lenta, segura y gradual”, que parece extenderse todavía, haya vista el poder que antiguas personalidades de este periodo, tales como José Sarney y Antonio Carlos Magalhães siguen teniendo; y haya vista la resistencia a la apertura de los archivos militares.
A lo largo de nuestra historia, los sectores populares por general no anudaron fuerzas suficientes para consolidarse como una alternativa independiente, terminando por someterse a algún sector de las clases dominantes.
Eses patrones empezaron a cambiarse en los años 80, cuando se afirmó, en particular con el PT, un polo democrático, popular y socialista de masas, con fuerza social, política y electoral. También ha sido en el contexto excepcional de finales de los años 80, que casi logramos elegir a un presidente socialista.
En aquel entonces, nosotros creíamos que la conquista de la presidencia dejaría  las fuerzas populares en una situación muy peculiar: ejercer el gobierno federal, sin con todo, tener la hegemonía ideológica en la sociedad, ni tampoco el dominio del Estado. En tales condiciones, pretendíamos implementar reformas de fondo, con el respaldo de la movilización social. Creíamos que la burguesía iba a hacer tentativas de cooptar, sabotear y, finalmente, derrocar el nuevo gobierno. Frente a eso, nosotros contábamos que los sectores populares hicieran la defensa de su gobierno y profundizara el proceso de cambios sociales hacia el socialismo.
Trece años después, el 2002, la victoria del PT se dio en un cuadro mucho más complejo. La crisis del socialismo, combinada con la ofensiva neoliberal en Brasil  y el  mundo, debilitó la izquierda social y política, reduciendo además, comparándose con el 89, la posibilidad de implementar reformas estructurales, aún capitalistas, solamente por medio de actos del gobierno federal.
El 2002, llegamos a la Presidencia en una coyuntura internacional adversa, con una correlación de fuerzas internas bastante difícil, lastrados por una coligación de centro izquierda. Los conservadores siguen hegemónicos en los gobiernos de provincias e alcaldías, en el parlamento y en judicial, además de mantener intactos su poder económico y el control de los grandes medios de comunicación. Por lo tanto, llegamos al gobierno no al poder, en un contexto por lo cual el neoliberalismo sufrió una derrota electoral, pero sigue hegemónico en el Brasil e el mundo.

Cambiar los rumbos del PT e del gobierno Lula

De 2002 hasta el momento, prevaleció en nuestro Partido la tesis según la cual, frente a una situación tan difícil, habría que operar una transición lenta, segura e, principalmente, gradual hacia otro modelo. Al mismo tempo, prevalecía también la tesis de la “gobernabilidad” basada mucho más en acuerdos con empresarios e con partidos de centro y de la derecha, más que en la movilización política y social de las capas populares.
Como resultado de tal opción política asistimos a una continua corrosión de nuestras bases de apoyo junto a los obreros, a las capas medias e incluso junto a los sectores del empresariado. Corrosión que cobra su precio en las pesquisas de opinión e en el desencanto de crecientes sectores de la militancia. Al mismo tiempo, hemos visto una ofensiva de la derecha que nos ha impuesto derrotas en las elecciones municipales de 2004, nos ha derrotado en la elección de la Presidencia de Cámara de los Diputados y que sigue derrotándonos en tantas otras situaciones.
Es necesario decir claramente: la continuidad del gobierno Lula está en juego. Y, aunque seamos victoriosos en las próximas elecciones, el según mandato puede ser inferior al primero. En cualquiera de los casos, está en juego el proyecto histórico del mismo PT.
La renovación de las direcciones partidarias (PED), marcada para el 18 de septiembre de 2005, es importante exactamente por eso: primer, porque incidirá en los rumbos del gobierno Lula, en la táctica del PT en las elecciones 2006 y en las características de un posible según mandato presidencial; en según lugar, porque incidirá en el proceso actualmente en curso, de reorganización de la izquierda brasileña, aumentando o disminuyendo las chances del PT continuar a ser el principal partido dos socialistas brasileños, un partido antiimperialista, antilatifundista, antimonopolista, comprometido con la democratización radical de sociedad brasileña.
Para hacer frente a las amenazas al nuestro partido e a nuestro gobierno, para seguir trillando un camino democrático-popular y socialista, defendemos un cambio estratégico del PT, bien como un cambio en la orientación de la administración federal. El cambio propuesto ha que contemplar cuatro aspectos principales:
- del punto de vista programático y estratégico, reafirmar el socialismo como nuestro objetivo histórico;
- del punto de vista social, reconstruir la clase obrera como sujeto de los cambios estructurales de nuestro país, reanudando los lazos del PT con los movimientos sociales.
- Del punto de vista partidario, reafirmar la combatividad, la democracia interna y la autonomía del Partido frente a los gobiernos que conquista;
- Y, finalmente, del punto de vista táctico y de la acción del gobierno federal implementar acciones para derrotar la hegemonía del capital financiero sobre la sociedad brasileña.
Reafirmar el socialismo petista
PT es un partido de la izquierda, defensor de la democracia, la soberanía nacional e del socialismo. Somos, pues, totalmente distintos de los partidos de la derecha (tales como PFL y PSDB), cuyo objetivo central es mantener el poder político y económico concentrado en las manos de una pequeña elite. Al igual somos distintos de los partidos auto nombrados de centro izquierda, que mismo cuando tienen compromisos populares, adoptan como su limite programático la “buena gobiernación” del capitalismo.
PT es un partido socialista, porque queremos construir un futuro para toda la humanidad: solo la lucha por el socialismo puede liberar la sociedad brasileña e mundial de la catástrofe en marcha.
A lo largo del siglo 20 esta catástrofe batió innumeras veces en nuestras portas: en las guerras mundiales, en la amenaza de exterminio atómico, en las catástrofes ambientales, en los genocidios racistas. Ha sido la lucha ideológica, política y social desarrollada por la izquierda socialista, democrática, nacionalista que logró imponer límites a la fuerza destructiva del capitalismo y evitar lo peor.
A partir de los años 80, el capitalismo infligió duras derrotas a los países en desarrollo, al Estado de Bien Estar social y a los países del llamado socialismo real. Libre de los frenos impuestos por la izquierda, el capitalismo inauguró un nuevo periodo histórico, en lo cual ejerce su hegemonía de una manera sin paralelos en la historia en periodos anteriores.
Antes de 1917 el capitalismo competía con otras formas de organización social. Luego de 1917 el capitalismo pasó a enfrentar la competencia de distintos intentos de construir una sociedad poscapitalista. Pero de 1990 hasta ahora, del punto de vista de la historia, la resistencia a la hegemonía capitalista está en su nivel más bajo.
En esos 25 años de aplastadora hegemonía capitalista hubo menos paz en el mundo, menos desarrollo, menos prosperidad, menos solidaridad, menor cualidad de vida, menos respecto con el ambiente.
Sin embargo hay en varios países movimientos sociales y partidos que siguen librando una batalla contra las tres  principales características de eso capitalismo: la truculencia del imperialismo norteamericano, la predominancia del capital financiero y la ideología neoliberal. Pero  todavía es una lucha defensiva, y no es una lucha ofensiva, claramente a favor de una sociedad globalmente distinta del capitalismo.
No tenemos como saber ni determinar por cuales caminos y en cuanto tiempo en capitalismo será derrotado. Sin embargo es necesario definir con claridad desde cual trinchera y con cual objetivo final se habrá la lucha en contra él. PT libra su lucha desde una trinchera socialista, es decir, hace una crítica al conyunto del status quo capitalista, y ofrece una alternativa de conyunto a eso modo de producción basado en  la explotación, en la opresión e en la desigualdad.
El socialismo encuentra amplio respaldo en la populación brasileña. Una encuesta contratada por el mismo PT confirmó que 52% de los brasileños e brasileñas siguen creyendo que el socialismo es una alternativa para resolver los problemas del país.
Sin embargo, hay en el Partido militantes que no creen posible derrotar al capitalismo; o que ya no quieren más defender el proyecto socialista, después de la derrocada de la URSS. También hay en el Partido aquellos que hacen confusión entre socialismo y socialdemocracia.
En verdad, no se trata de un debate nuevo. A ese respecto nuestro Partido aprobó innumeras resoluciones, y entre ellas destacase un documento  intitulado “O Socialismo Petista”, aprobado en el 7º Encuentro Nacional del Partido, en 1990. Tal documento se constituye en un punto de partida hacia la necesaria reafirmación del PT como partido socialista, que busca aprender con las distintas tradiciones de la izquierda mundial e brasileña, pero siempre con el propósito de reafirmar su compromiso anticapitalista.
Según el “Socialismo petista” la “convicción anticapitalista, resultado de la dura experiencia social brasileña, también nos ha hecho críticos de las propuestas socialdemócratas. Las corrientes socialdemócratas no ofrecen hoy ninguna perspectiva real de superación histórica del capitalismo. Tales corrientes, equivocadamente, creyeron ser posible llegar al socialismo a partir de gobiernos e instituciones del Estado, sobretodo del Parlamento, mismo sin  la movilización de  las masas por la base. Confiaron en la neutralidad de la máquina del Estado y en la compatibilidad de la eficiencia capitalista con una transición tranquila a otra lógica económica y social. Con el tiempo, dejaron de creer en la posibilidad de una transición parlamentar al socialismo y abandonaron no solo la vía parlamentaria, pero el socialismo mismo. El diálogo crítico con tales corrientes de masa es, seguramente, útil a la lucha de los obreros en escala mundial. Sin embargo su proyecto ideológico no corresponde a la convicción anticapitalista ni a los objetivos de emancipación defendidos por el PT”.
La socialdemocracia clásica es, por lo tanto, una izquierda que abandonó el socialismo, aceptó el mercado y la gran propiedad capitalista, pero defiende que los capitalistas paguen altos tributos con los cuales sea posible financiar importantes políticas sociales.
El gran problema de la socialdemocracia es que ella depende, en última análisis,  que el sistema capitalista sea exitoso. Pero la Historia ha demostrado, tantas veces, que el capitalismo no suporta una ampliación permanente, ininterrumpida de calidad de vida  y de la democracia. La reacción del capitalismo, frente al bien estar social y a la democratización es la reducción del crecimiento y la “financierización” de la economía, que por su vez genera desempleo en un lado y crisis fiscal en otro lado. Eso, a su vez, crea el ambiente político que posibilita a la derecha llegar al gobierno y desarticular el Estado de bienestar social.
La estrategia socialdemócrata no logra dar cuenta de esa situación. Incapaz de dar um paso adelante hacia el socialismo, una vez que respeta la gran propriedade capitalista como se fuera una cláusula pétrea; incapaz de mantener la reforma social, pues al capitalismo no le interesa seguir financiándola, la socialdemocracia acaba por perder las elecciones o abandonando la reforma social, abandona la izquierda y se convierte en centro izquierda.
Así ha sido la crisis de la socialdemocracia en Europa los años 70 y 80. En los años 90 cuando logró recuperar el gobierno, la socialdemocracia europea ya se había convertido en centro izquierda, aderiendo mayoritariamente a las tesis neoliberales.
En América Latina no se conoció ninguna experiencia de Estado de Bienestar Social dirigido por los socialdemócratas. El Estado populista ha sido lo que llegó más cerca de eso. Y, en el caso de Brasil, el populismo ha sido muy tímido y refluido política y socialmente. Ha sido así porque en Brasil no hubo ni una gran revolución ni gran reforma social que impusiera límites a las clases dominantes y asegurara conquistas duraderas a los sectores populares.
Eso explica por que el nivel de desigualdad social existente en nuestro país es uno de los mayores del mundo. También por eso el proyecto socialdemócrata no encuentra viabilidad en un país como Brasil, salvo como una caricatura expresada pelo PSDB, un partido de la derecha.
Un proyecto socialdemócrata en serio supone tal transferencia de renta, de riqueza y de poder hacia los de abajo, lo que equivaldría a una revolución social. Por eso que en Brasil hasta para tornar posible una reforma social verdadera, será necesario que exista un fuerte movimiento socialista.

La construcción de un fuerte movimiento socialista

El Partido de los Trabajadores debe ayudar a construir un fuerte movimiento socialista, de carácter nacional e internacional. Para se llegar a tal objetivo habrá de cumplir, por lo menos, dos tareas:
La primera es de naturaleza teórica. Se trata de actualizar la crítica marxista al capitalismo. El capitalismo de hoy no es aquello analizado por Marx ni por Lenin. Los dos siguen siendo fundamentales, pero no mas suficientes, aunque también hoy vivimos un periodo de crisis, de guerras, grandes conflictos sociales y, ojalá, revoluciones.
El análisis de la evolución del capitalismo, a lo largo de segunda mitad del siglo XX hasta hoy día, ha que involucrar también el análisis crítica del primer intento, fracasado, de construir una sociedad socialista.
Hace tiempos el PT viene realizando tal análisis crítica. En el ya mencionado documento “El socialismo petista”, allá ya está indicado que “nuestro compromiso estratégico con la democracia nos llevó a rehusar los supuestos modelos del llamado socialismo real. Jamás ignoramos la falacia de esa expresión. Los medios conservadores lo utilizan para facilitar  el combate ideológico a cualquiera proyecto histórico que enfrente la dominación capitalista. Según sus detractores, el socialismo cuando materializado fatalmente es avieso a los ideales de progreso y libertad, conservadurismo que nosotros repudiamos con vehemencia.”
“Además, la expresión socialismo real, en su generalidad abstracta, desconoce las particularidades nacionales, distintos procesos revolucionarios, variados contextos económicos y políticos. Nivela experiencias de transformación social heterogéneas en su naturaleza y en sus resultados, descalificando conquistas históricas que seguramente no son irrelevantes a los pueblos que las obtuvieron. Algunas de las experiencias auto proclamadas socialistas tuvieron su origen en revoluciones populares, mientras otras han decorrido de la derrota de la Alemania nazi y de la ocupación de esos países por el Ejército Soviético, cambiando el mapa geopolítico europeo, dando origen al llamado Bloque Socialista, controlado por URSS. En algunos procesos nacionales, las masas obtuvieron influencia no despreciable en los rumbos de vida nacional.”
La Resolución del 7º Encuentro Nacional afirma aún: “el PT apoya la lucha de los trabajadores y de los pueblos por su liberación, asumiendo la defensa de los auténticos procesos revolucionarios, pero lo hace con total independencia política, ejerciendo plenamente su derecho a la crítica. Ha sido de esa forma que el PT, desde su fundación, identificó en la mayoría de las experiencias del llamado socialismo real una teoría y una practica incompatible con nuestro proyecto de socialismo. Su inmensa carencia de democracia, tanto política cuanto económica y social; el monopolio del poder por un único partido, aunque formalmente haya pluripartidismo; la simbiosis partido/Estado; el dominio de burocracia en cuanto capa o casta privilegiada; inexistencia de democracia de base y de auténticas instituciones representativas; la represión abierta o encubierta a la pluralidad ideológica y cultural; la gestión de la vida productiva a través de planificación vertical, autoritaria e ineficiente – todo eso niega la esencia misma del socialismo petista”.
El socialismo que queremos construir en Brasil será  más que todo producto de la lucha y de la experiencia de la clase obrera brasileña. Y, seguramente, tendrá rasgos distintivos tales como:
- la más intensa democratización, lo que supone democracia social, pluralidad ideológica, cultural y religiosa; promoción de la igualdad racial y de género; respecto a la diversidad de orientación sexual; creación de nuevos mecanismos institucionales que combinen democracia representativa y democracia directa.
- Un arraigado compromiso internacionalista, basado en doble constatación: primer, que todos somos seres humanos, compartimos un mismo planeta, que es la casa común a que todos tenemos derecho y que todos debemos cuidar; según, que el capitalismo es un modo de producción que actúa en escala internacional y, por lo tanto, el socialismo también debe proponer una alternativa mundial de organización social. Y, mientras haya Estados nacionales hay que respectarle su soberanía, pero han de cooperar para eliminar la desigualdad económica y social, así como todos los motivos que llevan a la guerra y demás conflictos políticos y sociales. Se trata también de crear novas instituciones, reemplazando los organismos multilaterales creados después de la Segunda Guerra Mundial por nuevas instituciones, por otros organismos capaces de servir como superestructura política de un mundo basado en la cooperación, la igualdad, el desarrollo y en la paz.
- Planificación democrática y ambientalmente orientada, que entienda la economía como medio de atender las necesidades, presentes y futuras, del conyunto de la humanidad. Para tanto es necesario retirar la planificación económica de manos de quién la hace hoy día: de la anarquía del mercado capitalista como también de una minoría de tecnócratas y de grandes empresarios a servicio de la acumulación del capital y, por eso mismo, dominados por la inmediatez, por el consumismo y el sacrificio de nuestros recursos sociales y naturales.
- La propiedad pública de los grandes medios de producción, una vez que las riquezas de la humanidad son creación colectiva, histórica y social de toda la humanidad. No habrá democracia mientras el poder político y el control de la riqueza en el mundo esté en manos de  algunos cientos de grandes empresas.
En síntesis, el Partido de los Trabajadores sigue creyendo que el mundo y el Brasil necesitan de un fuerte movimiento socialista, asumidamente anticapitalista, que defienda la propiedad pública de los grandes medios de producción, la planificación democrática, la cooperación internacional para eliminar la desigualdad y promover la más honda democratización política.
Fortalecer la clase obrera
La construcción de un fuerte movimiento socialista, en ámbito nacional e internacional implica una segunda tarea de carácter político y social. Se trata de reconstruir la clase obrera como sujeto de la lucha por el socialismo.
 Los impactos económicos, sociales, políticos e ideológicos del neoliberalismo bien como la derrocada del llamado campo socialista lanzaron la clase obrera en uno ciclo de fragmentación y la debilitaron en cuanto sujeto histórico de la lucha por el socialismo. Tal debilidad generó, en la intelectualidad que sigue y participa en la lucha de los obreros, reacciones las más distintas, ya sea el nihilismo, el izquierdismo o la adhesión al neoliberalismo.
 Reconstituir la clase obrera como sujeto histórico de la lucha por el socialismo es un largo y difícil proceso que requiere labor político partidario, fortalecimiento y reorientación de los sindicatos y demás organizaciones populares, como también políticas del gobierno, tales como: aumento real de los salarios, combate a la precariedad del trabajo y al trabajo esclavo, imposición de las leyes de protección al trabajo, reducción de la jornada sin reducción de los salarios, adopción de fuertes políticas públicas que mejoren las condiciones de vida de los obreros, políticas educacionales, cambio en las prácticas de los medios de comunicación social, amplio acceso a la fruición y a la producción cultural.

Tal conyunto de medidas es necesario para recomponer los lazos objetivos y subjetivos de clase, la noción de comunidad y cultura de clase sin las cuales una acción socialista de masas es imposible.
 Un aspecto fundamental de esa reconstitución de la clase obrera, sujeto de la lucha por el socialismo, es la recomposición de los lazos entre el PT e los movimientos sociales. Nuestro Partido ha que reconocer, con sinceridad, que en los últimos años se dedicó mucho más a la lucha electoral y a la acción institucional (gobiernos y parlamento) do que a la lucha y organización directa de la sociedad.
 Hay riesgo real, por lo tanto, de estatizar nuestra acción, lo que haría inviable los cambios estructurales que han sido propuestos por el mismo PT y que solo  se logrará a condición de combinarse la acción institucional, lucha social y construcción partidaria.
 Hoy, es muy preocupante que la mayoría de los luchadores sociales todavía vota en el PT, pero una parte importante ya no se considera más un militante petista. Son afiliados, son electores pero ya no se sienten más constructores y definidores de la línea del partido. Eso no sucede por acaso. Además de los hasta cierto punto inevitables conflictos entre los movimientos sociales y los gobiernos conquistados por el partido, hay algo más grave: la inexistencia, inoperancia o simplemente la burocratización de las instancias partidarias, de los espacios donde los militantes de los movimientos sociales pueden debatir y  decidir, como petistas, sus rumbos y los rumbos del Partido.
 Para cambiar tal situación el Partido debe ejecutar por lo menos cuatro acciones simultáneas:
 Reafirmar teórica y prácticamente el carácter estratégico de la lucha social, por lo menos a quién almeja un cambio profundo en Brasil.
 Adoptar o reforzar el rol de mecanismos de participación popular en los gobiernos que conquistamos y/o que participamos;
 Crear o hacer funcionar los canales e instancias de diálogo y consulta entre partido, movimientos y gobiernos.
 Desatar una amplia campaña de construcción partidaria en la que esté involucrada la afiliación, organización, comunicación y formación política de modo a traer para la vida petista la mayoría de los luchadores del pueblo, de los militantes sociales, de los obreros y obreras brasileños.
 PT no es y tampoco desea ser el único partido de izquierda, socialista y comprometido con la clase obrera. Pero nosotros somos hoy el principal partido de izquierda y socialista del Brasil, en lo cual militan o tiene referencia la mayor parte de los luchadores sociales del país.
 La existencia de un partido como el nuestro, a lo lado de la existencia de fuertes movimientos y organizaciones sociales es esencial para el suceso de la lucha por el socialismo. Así es porque nosotros insistimos en la defensa de la CUT y de la UNE, en contra de aquellos que pretenden dividir esas organizaciones. Por el mismo motivo consideramos que el PT debe participar activamente de la Coordinación de los Movimientos Sociales.
 Habemos de reconocer, con humildad y autocrítica que en los últimos años nuestro Partido se concentró en la disputa electoral y en la gestión de mandatos, abandonando otras dimensiones de la vida partidaria tales como la organización de base, la formación política, la comunicación y la acción política  cotidiana.
 No se trata de abandonar o menospreciar los procesos institucionales, pues en Brasil de hoy, la disputa de elecciones y el ejercicio de mandatos parlamentarios y ejecutivos integran nuestra estrategia de poder. Pero llegar al gobierno no significa llegar al poder. Y no se puede llegar al poder sin militancia social, partido organizado y ideológicamente preparado. Tampoco se puede reducir el contacto masivo del partido con el pueblo solamente a los periodos electorales.
 PT tiene larga experiencia acumulada a ese respecto. Sabemos organizar núcleos y sectoriales partidarios; aprendimos a implantar programas de formación política; hay entre nuestros cuadros profesionales de larga experiencia en comunicación  social; ye ya participamos o realizamos importantes campañas de masa tales como las Directas Ya, Fuera Collor y  el Plebiscito de la Deuda Externa.

Por lo tanto, lo que necesitamos es priorizar las acciones de organización, formación política, comunicación como también retomar las campañas de masas, destinando a ellas los recursos financieros necesarios.
 Para que eso ocurra, el Partido habrá que rever sus prioridades y el método con que las decide. Se trata, entre otras cosas,  de adoptar los siguientes mecanismos:
 - el más amplio y participativo debate acerca del presupuesto partidario;
 - la destinación de un porcentaje creciente del presupuesto partidario para aquellas acciones;
 - la institución de recursos “sellados” para las acciones de organización, formación, comunicación, sectoriales y para las campañas de masa;
 - compartir la administración de esos recursos con las respectivas secretarías, en conyunto con la Secretaría Nacional de Planificación y Financias  del PT.
 Está claro que al reafirmar el PT como partido socialista y reconstituir la clase obrera como sujeto histórico de la transformación, no significa que estaremos criando automáticamente las condiciones políticas necesarias a implementar en la sociedad brasileña un proyecto socialista. Tal equívoco izquierdista no hace distinción entre voluntad política y correlación de fuerzas, y está muy presente en las críticas hechas al PT  por PSTU y PSOL.
 Por otro lado, no se pode tampoco argumentar contra el proyecto histórico socialista,  con el pretexto de las dificultades coyunturales que él enfrenta. A despecho de todo eso, en la actual coyuntura, hay todavía acciones prácticas que un Partido y un gobierno federal como el nuestro pueden desarrollar, tales como combatir el imperialismo, promover las reformas agrarias y urbanas, reducir el poder de los bancos y de los monopolios, incluso en las comunicaciones. Esas son acciones que favorecen nuestro proyecto socialista.
 Hay que señalar que el crecimiento de la economía nacional  depende de fuertes inversiones estatales, y el desarrollo con eliminación de la desigualdad solo será posible con fuertes inversiones por el Estado en el área social.
 Gigantescas inversiones sociales pueden se convertir en uno de los ejes del propio crecimiento económico, en la medida que impulse inversiones, generando empleos directos e indirectos. Pero el objetivo de tales inversiones sociales no deberá  ser generar ganancias al capital. La inversión social en  la Salud, la Educación, la Cultura, la Comunicación Pública y en la mejoría de la calidad de vida en las ciudades hay que direccionala a elevar la calidad de vida de nuestro pueblo, para que la vida de la gente común sea de alegría, sea fiesta y no sufrimiento como es hoy.
 En los dos primeros años, nuestro gobierno federal no ha logrado superar el patatar de las inversiones sociales heredadas del gobierno Fernando Henrique Cardoso. Sin embargo, si cambiamos esa situación, si direccionamos socialmente la mayor parte de los 140 mil millones de reais que son transferidos anualmente al sector financiero, estaremos dando demostración inequívoca que seguimos siendo izquierda y socialistas.

 Reaccionar a la derecha con movilización social

Desde la elección de presidente Lula, sectores de la derecha y del gran empresariado actúan con el objetivo de imponer una derrota al PT, desde luego y en las elecciones de 2006.
 A lo largo del año 2003, los sectores de la derecha practicaron una oposición de bajo perfil, lo que llevó a algunos sectores del Partido a suponer que los conservadores se quedaron atónitos con el supuesto suceso de nuestra política, en particular, en el área económica. Sin embargo, fue exactamente  en aquél año que la derecha logró construir una estrategia  para hacer frente a nuestro gobierno y nuestro partido.
 La principal característica de esa estrategia está, exactamente, en la conducción de la política económica del gobierno Lula.
Según la derecha, la política económica es exitosa por dos razones: por que es la continuación de la política implementada por gobierno anterior, y más, por ser implementada por cuadros mayoritariamente sintonizados con las ideas o mismo oriundos del gobierno anterior. Ese es el caso del presidente del Banco Central, que ha sido elegido diputado federal por la leyenda del PSDB; los demás miembros de la dirección del Banco Central, mayoritariamente son tecnócratas vinculados al pensamiento neoliberal, y de los ministros Roberto Rodrigues y Luis Furlan, dirigentes orgánicos del gran empresariado.
 En otras palabras, los aspectos supuestamente exitosos de acción del gobierno son atribuidos al gobierno anterior; los aspectos supuestamente negativos, incluso algunos de los efectos sociales derivados de la política económica, son atribuidos al Partido dos Trabalhadores.
 Una segunda característica de la estrategia de la derecha es desgastar el gobierno y el Partido junto a los tres sectores sociales que confluyeron en la victoria del presidente Lula, el año 2002: los sectores populares, las capas medianas y ciertas parcelas del empresariado.
 Como se trata de sectores muy distintos e intereses incluso contradictorios, la derecha construyó discursos también distintos, adecuados a cada uno de ellos.
 A los sectores de la elite proximos al gobierno, se les dice que el gobierno Lula es autoritario, antidemocrático y cómplice de los radicales de la izquierda. En otras palabras, el presidente Lula sería algo  como un Chávez en piel de cordero. La reforma universitaria, aunque sea muy criticada por los sectores de la juventud petista, ha sido atacada por la derecha como un intento de “bolchevizar” la universidad brasileña. La reforma sindical, criticada por amplios sectores de la CUT, es presentada como parte de la implantación de una “república sindicalista” en Brasil. La reforma agraria, considerada morosa por los movimientos sociales, es criticada como contraria a los intereses de los empresarios y complaciente con actitudes supuestamente criminosas. Hasta mismo la política internacional es presentada como aventurera y supuestamente tolerante con las “dictaduras” que la derecha ve en Cuba y en Venezuela.
 A los sectores medianos se les dicen que el gobierno Lula es corrupto, perdulario y que hace reparto de los cargos públicos entre sus apadrinados. Quieren hacer creer que el presidente Lula es una especie de Vargas inmerso en un mar de fango. Para comprobar su tesis se menciona desde la ampliación del cuadro de funcionarios públicos, la compra del avión presidencial, los gastos del gabinete, hasta los casos efectivos de corrupción. Sobre esos últimos se atribuye al PT la responsabilidad por hechos realizados por la gente de otros partidos.
 Es curioso que si el Partido indica sus militantes para ocupar puestos en el gobierno, le acusa de se estar “aparatando” el Estado; si se indica miembros de otros partidos, es que está a  “lotear” la máquina.
 A los sectores populares les dicen que el gobierno Lula “traicionó los compromisos históricos del PT”, “traicionó los compromisos de campaña”, y “traicionó los aliados tradicionales”. En otras palabras, Lula seria una especie de Gutiérrez.
 Problemas históricos del país son presentados como se tuvieran surgido en el 1 de enero de 2003. Gente que ayer mismo criticaba las soluciones radicales presentadas por el Partido, hoy critican el Partido por “abandonar” el radicalismo.
 El discurso trifásico de la derecha, apoyado por los medios de comunicación, aunque parezca esquizofrénico, ha obtenido éxito en sembrar la confusión en la base electoral, social y militante del PT y del gobierno.
 Un tercero aspecto de la estrategia de la derecha es saber operar con dos distintos escenarios para 2006 y 2010. En la imposibilidad de impedir que el presidente Lula sea reelecto en 2006, la derecha opera con dos hipótesis:
 1 – en caso de crisis muy fuerte, intentar garantizar una candidatura capaz de derrotar Lula y el PT, eligiendo un candidato de la derecha a la Presidencia de la República;
 2 – En una situación semejante a que estamos viviendo hoy, acumular fuerzas para ganar la Presidencia en 2010, al mismo tiempo en que actúa en el sentido de derrotar el PT en 2006.
 En esta segunda hipótesis, Lula habría de se reelegir, pero en una correlación de fuerzas peor do que la actual. Está claro, con todo, que en ambas hipótesis el blanco principal de los ataques de la derecha es el Partido dos Trabalhadores.
 Luego de construir tal estrategia en 2003, la puso en práctica en 2004 a fin de testar y nacionalizar, de manera articulada, en elecciones municipales, el discurso antipetista.
 La ofensiva política antipetista tuvo inicio con el episodio Valdomiro y siguió en los ataques a la política internacional del gobierno, en las críticas al proyecto de la Ancinav, en la presión que culminó con el despido de Carlos Lessa de la presidencia del BNDES, en la compra del avión presidencial, en las “denuncias” sobre  la conducción de programas sociales, en la instauración de la Comisión Parlamentaria de Investigación en contra el MST, entre otras.
 El resultado de tal ofensiva ha sido una derrota política nacional del Partido, materializada en particular en los resultados electorales de São Paulo y Porto Alegre. La victoria de Severino Cavalcanti para la presidencia de la Cámara de los Diputados se constituyó en una derrota a más  que se le infligió al PT. Se siguieron otras derrotas, como en el caso de la Medida Provisoria 232, en la indicación de un director de la Agencia Nacional de Petróleo y de un ministro del TCU.
 Es cada vez más claro que la derecha brasileña decidió anticipar el proceso electoral de 2006, generando un ambiente de instabilidad en el Parlamento, fomentando ataques a través de los medios de comunicación, haciendo apuestas en el caos económico y social. El ex presidente Fernando Henrique Cardoso, principal vocero de la derecha, ya llegó a hablar en “clima de crisis institucional”.
 No se puede olvidar que en 2006, además de Brasil, habrá elecciones también en México, Colombia, Chile, Perú y Bolivia. En todos esos países los Estados Unidos laboran a favor de candidaturas alineadas a su estrategia. Por lo tanto, más allá de cuestiones nacionales, la elección brasileña forma parte de un cuadro más amplio y que ya sufre la interferencia del gobierno norteamericano.
 Frente a eso cuadro, el Partido dos Trabalhadores y el gobierno Lula necesitan, de manera articulada, y cada cual en su ámbito de actuación, deflagrar una inmediata contraofensiva.
 La cuestión central en juego es reagrupar la alianza de las fuerzas políticas y sociales comprometidas con el programa democrático y popular. Esa  alianza ha sido la que polarizó  el país en los años 1989, 1994 y 1998. Y también estuvo en la base de la victoria de 2002. Como ya decimos, esa coalición viene sendo corroída, por una parte por los ataques de la derecha, pero también en gran medida por actitudes del PT mismo y del gobierno federal.
 Para reagrupar la alianza victoriosa en 2002, ya sea para concluir ese primer mandato, ya sea para lograr un según mandato, se necesita cuatro grandes acciones:
 - implementar una política económica democrática y popular, basada en grandes inversiones en las políticas sociales, en infraestructura y en reforma agraria.
 - Adoptar una política de alianzas basada en la izquierda y en los movimientos sociales.
 - Realizar o apoyar grandes movilizaciones de masa en defensa de nuestro programa y de nuestro gobierno.
 - Asegurar para el pleito de 2006, campañas electorales de polarización programática.
Derrotar a la hegemonía del capital financiero

Se sabe que el gobierno Lula actúa en una coyuntura internacional muy difícil, con una correlación de fuerzas adversa (ahora mucho más grande que en el inicio de 2003) y tiene de hacer frente a una terrible herencia de ocho años de neoliberalismo, agravada por veinte años de crisis del modelo y de siglos de desigualdad social, dependencia e conservadorismo político. Además, es la primera vez que la izquierda ha llegado al gobierno central en Brasil.
 Esa realidad no es desconocida por las fuerzas políticas y sociales que apoyaron Lula en 2002 y constituyen la base de nuestro gobierno. Esas fuerzas tenían antes  y tienen aún conciencia de las dificultades y sabían que el proceso de cambios sería más lento do que nos gustaría que fuera. Además, todas esas fuerzas tenían claro que se trabaría una disputa cotidiana por los rumbos del gobierno Lula. Una disputa al interior del gobierno y de afuera también.
 Pero para el Partido estaba claro que habría de hacer opciones. Con base en eso que el 12º Encuentro Nacional del Partido, celebrado en Olinda, Pernambuco, en el diciembre de 2001, aprobó el documento “La ruptura necesaria”, donde quedaba claro que para se superar al neoliberalismo habría que romper con las bases del modelo.
 Eso significaba, pues, romper con la política económica basada en la apertura comercial, el endeudamiento público y en las privatizaciones. En su lugar, nosotros adoptaríamos una política organizada en torno a la ampliación del mercado interno (sin que eso implicara en abandonar el comercio exterior), en torno a inversiones productivas (sin que eso implicara desconocer las deudas financieras) y en torno al fortalecimiento de la acción del Estado (sin que eso implicara en reverter las privatizaciones).
 Por lo tanto, el programa adoptado por el Partido en diciembre de 2001 era extremamente moderado, pero firme en su concepto.
 Eso programa sufrió dos importantes alteraciones en período de campaña electoral de 2002, y que han sido motivadas por una fuerte chantaje del capital financiero en contra el Brasil y en contra el PT, con amenazas de patrocinar la huída de capitales, aún antes del primer turno de las elecciones presidenciales.
 En aquél entonces, el Partido decidió – con voto mayoritario de los miembros  del Directorio Nacional – la aprobación de un documento intitulado “Carta a los Brasileños”,  en la que se reemplazaba la expresión “ruptura” por “transición” y en ella afirmaba el compromiso no solo con los contractos, sino también con el superávit primario en lo que fuera necesario.
 La “Carta a los Brasileños”, aunque afirmara los demás compromisos programáticos, se constituye por lo tanto en una clara concesión al capital financiero. Sin embargo, en el ambiente de la campaña electoral,  tal Carta ha sido entendida por amplios sectores del Partido como una táctica y que será revertida una vez que estuviéramos en gobierno, en condiciones de hacer frente al chantaje de los grandes especuladores internacionales.
Esa interpretación ha sido reforzada, en los inicios del gobierno, por las declaraciones, según las cuales la adopción del superávit primario superior al que ha sido exigido por el FMI era parte de una política de transición que habría de llevar de doce  a dieciocho meses.
 Sin embargo, casi treinta meses después,  esa política sigue valiendo. Además, en distintos textos y pronunciamientos, miembros del actual equipo económica han exaltado las virtudes de aspectos fundamentales de la política del gobierno antecesor, tal como el superávit primario, las rigurosas metas de inflación, la “responsabilidad fiscal” y la autonomía del Banco Central. Se queda claro, así, que en el entender del equipo que hasta ahora está al frente del área económica del gobierno tal política no es de transición ni tampoco una concesión táctica frente a una correlación de fuerzas difícil, pero son políticas permanentes, ejemplares y virtuosas y que deben ser mantenidas por muchos años.
 Frente a tal situación, el Partido dos Trabalhadores necesita hacer un balance de la política económica, y que es parte importante de un balance global del gobierno federal.
 La política económica del gobierno Lula es distinta de aquella adoptada por el gobierno FHC, en la medida en que no está basada en la apertura comercial, en las privatizaciones, ni tampoco en la multiplicación por diez del endeudamiento público.
 Pero la política económica adoptada por el gobierno Lula tampoco es aquella  indicada en las Resoluciones del 12º Encuentro Nacional del PT. No se trata de una política organizada alrededor de la ampliación del mercado interno; lo que vemos es la prioridad al comercio exterior. No se trata de una política organizada alrededor a las inversiones productivas, pero una política en una camisa de fuerza por el compromiso del pago de las deudas financieras. A su vez los compromisos con el fortalecimiento de la acción del Estado, con ampliación de las inversiones sociales y creación de empleos se encuentran en gran medida bloqueados por el superávit primario.
 Se queda claro, pues, que tal política económica no logra contribuir a un cambio cualitativo en la situación heredada del gobierno FHC. Véase, por ejemplo, el caso de la relación deuda pública-PIB, aunque se haya reducido todavía se queda en 50%. También lo que ocurre en las políticas sociales, cuyas inversiones hechas por el gobierno Lula , en la mejor de las hipótesis, creció como unos 5% comparándose al gobierno anterior.
 Si examinamos la estructura de gastos del gobierno federal,  según investigaciones realizadas por el Tesoro Nacional y divulgado por la prensa en 31 de octubre de 2004, el gasto con interés es más grande que las inversiones desde el año 1980. En aquel año, las inversiones del gobierno federal han sido del orden de 10 mil millones de reales, y ha pagado 6,7 mil millones de reales de interés. En 1990, en la administración Collor de Mello, las inversiones del gobierno  han sido del orden de 13,5 mil millones de reales y ha pagado 35,8 mil millones de reales de interés. En 1995, bajo el gobierno FHC, el gobierno ha invertido 12 mil millones de reales y ha pagado 42 mil millones de reales de interés. El 2002, último años del mandato de FHC, el gobierno hizo inversiones del orden de 12,8 mil millones de reales y ha pagado ¡70 mil millones de reales de interés! Las cifras en 2004 eran todavía parciales en ocasión de la publicación del estudio del Tesoro Nacional , pero la tendencia se mantenía sin alteración, es decir, 1,7 mil millones de reales en inversiones en contra 50,8 mil millones de reales en el pago de interés.
 Al considerar cláusula pétrea los contractos y intereses del gran capital financiero, esa política económica sustrae al Estado los recursos necesarios, ya sea para favorecer un ciclo de inversiones productivas, ya sea proporcionar la ampliación de las políticas sociales o mismo sostener grandes medidas estructurales, como la reforma agraria. Por ejemplo: el "aparto” en 2005, de 2 mil millones de reais del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Agrario, en que pese la agudización de los conflictos agrarios en el país.
 Privado de esos recursos, solo resta al Estado adoptar una política pasiva, delegando al capital privado la función de comandar la retomada del crecimiento (expectativa falsa que está en las bases de las llamadas PPP - Parcerias Público Privadas). Sucede que eso capital privado no posee disposición ni cantidad de recursos necesarios a tal fin, así, lo que  resucita las propuestas neoliberales de reducción del tamaño del Estado, reducción de los impuestos, reducción de las políticas sociales, reducción del “Custo Brasil”, como el único medio de “liberar” recursos privados a ser invertidos en el crecimiento. Otra consecuencia es  la retomada de la creencia en las “agencias reguladoras”, cuando la experiencia reciente con el Banco Central deja patente los riesgos que  implican los intentos de darle autonomía a las acciones típicas de  Estado: libres de la presión democrática y del control social, tales instituciones se convierten en presas de los intereses privados.
 Como sabemos, en ambiente de altas tasas de interés, la reducción de las tarifas, del Estado, de las políticas sociales y laborales solamente libera más recursos hacia la especulación financiera. Además de ampliar la crisis social y reducir el ímpetu del llamado sector productivo.
 En síntesis, la política económica adoptada por el gobierno no permite liberar el país de la herencia neoliberal, pues no rompe la hegemonía del capital financiero; no permite superar la crisis del modelo, pues no genera crecimiento económico sostenible; ni tampoco genera desarrollo con igualdad social, pues aparta escasos recursos para las inversiones sociales.
 Se argumenta que la actual política económica impidió que el país entrara en colapso tal como lo sucedió a Argentina. Tal argumento se parece a la situación del secuestrado que, luego de pagar su rescate, afirma que su liberación fue un suceso.
 Habría motivos para celebrar si nuestra política – aunque con alto costo – estuviera logrando desmontar las trampas que nos hacen excesivamente vulnerables a los chantajes de la especulación financiera e a los intereses comerciales de los grandes países capitalistas. Hay que señalar que hasta mismo donde parezca que se desmontan las trampas, como es el caso de la reducción  de la parcela dolarizada de la deuda pública, es mister ver más allá de las apariencias: la reducción es facilitada por la valoración del real, y sus  ganancias son neutralizadas por el crecimiento de la deuda acoplada a la tasa de interés.
 Se argumenta aún que tal política económica ha mantenido la inflación bajo control. En la práctica, tal argumento no se sostiene, pues la inflación actual mantiene comportamiento constante hace varios años, vinculado en especial al flujo de capitales extranjeros para el país. Además de eso, las decisiones del Copom – que ha aumentado nueve veces la tasa Selic, que hoy está en el 19,75% - además de inocua en el combate a la inflación, causada en gran medida por los contratos de privatización firmados por el gobierno FHC, hace más grande el stock de la deuda pública, liquidando toda el ahorro que por supuesto se haría en el país, por medio de un superávit asfixiante.
 El crecimiento económico también se ve afectado por esa política de interés. En los dos primeros años del gobierno, en una coyuntura internacional favorable, la política económica adoptada frenó el crecimiento nacional en  índices inferiores al que sería posible y necesario. Ahora, en un escenario internacional adverso, la combinación de superávit primario con tasas de interés tendrá efectos todavía más negativos sobre las tasas de crecimiento, y tendrá como resultado un crecimiento de renta y de los empleos insuficientes a reponer aquello que ha sido perdido en los últimos años y, de esa manera, reverter la brutal crisis social en que el país está sumergido hace décadas.
 La verdad es que las contradicciones y limitaciones del actual política económica se hacen más evidentes en la medida que cambia el escenario internacional – similar al que ocurrió en 1998, en el gobierno  FHC. La valoración del real frente al dólar, afectando a las exportaciones, nada más es que una señal de eso.
 Frente a ese cuadro, el Partido dos Trabalhadores refirma lo que dijo en diciembre de 2001: no es posible suplantar al neoliberalismo, reforzar el rol del Estado, ampliar las inversiones productivas y sociales, proceder reformas estructurales sin romper con los marcos de la política neoliberal, es decir, en última análisis, sin afectar la hegemonía que el gran capital financiero mantiene sobre la economía nacional.
 En un lenguaje figurativo podríamos decir que los intentos de cambiar el mantel sin sacarle a la loza de arriba han resultado en un aumento de la presión tributaria, salarial y productiva experimentada por sectores del empresariado, por las capas medianas y, principalmente, por los obreros urbanos y rurales. Será eso el precio que la sociedad seguirá pagando si no logramos interrumpir la transferencia de recursos públicos y privados hacia el capital financiero. Otra consecuencia más es a ampliación de la dependencia del país a lo superávit comerciale basado especialmente en el agronegocio.
 El costo político de eso es la corrosión continua de las bases de apoyo del gobierno federal formada por los sectores empresariales, capas medianas y asalariados en general. Corrosión esa que, como ha sido demostrado en las elecciones municipales de 2004, no se compensa con las alianzas con partidos de centro y de derecha, ni tampoco por los amigos de sectores del gran empresariado, ni por las retomadas económicas coyunturales, ni por injertar recursos federales en una ciudad, ni políticas compensatorias y mucho menos por el carisma del presidente de la República.
 El PT entiende que esa política económica  crea dificultades a la reelección de Lula. Y si no hay cambio en rumbo, una victoria de Lula en 2006 no tendrá el mismo significado de victoria de 2002. Ya no será la victoria de la esperanza sobre el miedo; será la victoria del continuismo.
 La hegemonía del capital financiero, del agronegocio y del sector exportador sobre la economía nacional es una herencia recibida de la época neoliberal, en particular del gobierno Fernando Henrique Cardoso. La derrota completa de esa hegemonía exigirá un cierto tiempo, más allá de una gestión democrática y popular. Con todo, nuestra presencia en el gobierno federal solo tiene sentido caso sea para reducir y derrotar tal hegemonía, jamás para reforzarla.
 En ese sentido, el Partido dos Trabalhadores defiende una amplia reorientación en la política general del gobierno, empezando por medidas en el área económica, entre las cuales destacamos:
 1.   sustancial reducción en las metas del superávit primario. La velocidad y la manera como se dará la reducción es una decisión que le toca al gobierno, pero la meta debe ser clara: liberar el conjunto de los recursos hoy destinados al pago de la deuda pública hacia las inversiones sociales y de infraestructuras.
 2.   Reducción acelerada en las tasas de interés. El país no puede más convivir con la más grande tasa de interés del mundo. La velocidad de la reducción bien como su índice es una decisión que cabrá al gobierno, pero la meta ha de ser clara: la tasa de interés hay que ser compatible con un crecimiento, por varios años, a tasas del 10% al año.
 3.   Cambio en las instituciones de política económica, con la democratización de la composición del Consejo Monetario Nacional, del Consejo de Política Monetaria y del Banco Central, los cuales deben conquistar su autonomía frente a los intereses del gran capital financiero privado.
 4.   Control de capitales. La oscilación en el cambio, el impacto de la instabilidad económica internacional y el riesgo de una nueva huída de capitales en busca de la “calidad” que se le ofrecen otros centros financieros hay que ser evitadas o moderadas por medio de la institución de mecanismos de control del ingreso y salida de capitales. Deben ser revistas las medidas facilitadotas adoptadas recientemente.
 5.   Ampliación de las inversiones publicas en infraestructura. Las inversiones liberadas por la reducción del superávit primario y de la tasa de interés deben ser dirigidas hacia inversiones productivas de larga escala, a fin de asegurar un crecimiento sostenible, sin amenazas de un choque inflacionario.
 6.   Plan de emergencia de obras públicas en las grandes ciudades. Las metrópolis brasileñas concentran pobreza, problemas urbanos, carencia de medios de transporte colectivo, déficit de viviendas, inmensos problemas ambientales y de saneamiento. El aumento de las inversiones en infraestructura también debe contemplar ese sector.
 7.   Ampliación en las inversiones públicas en áreas sociales. Hay que ofrecer más servicios y equipamientos públicos que además de elevar la calidad de vida de decenas de millones de obreros, genera empleos y  resulta también en  una ampliación no inflacionaria de renta de los obreros.
 8.   Extinción de la Desvinculación de los Recursos de la Unión (DRU), haciendo posible la ampliación de las inversiones en áreas sociales.
 9.   Asegurar el porcentaje de aplicación de recursos presupuestarios previstos en la Constitución Federal para la Salud y la Educación. Elevarles su financiamiento del patatar de los 4% a 7% del PIB, retirando el veto que le puso FHC a esa meta, según ha sido determinado en el Programa de Gobierno del compañero Lula.
 10.    Ejecución de la meta de reforma agraria, cumpliéndose hasta el final del año 2006, la meta de asentar a por lo menos 430 mil familias. La reforma agraria sumada a la reforma urbana es una de las medidas estructurantes de un novo patrón de desarrollo para el país. La reforma agraria y el apoyo a la agricultura familiar, al combinar el acceso a la tierra, financiamiento, comercialización y seguro tiene en vista cambiar el modelo agrícola. La reforma agraria promueve la democratización de la tierra, la renta y el poder y tiene enorme potencial para superar la desigualdad y la exclusión social de las comunidades rurales.
 11.    Doblar el valor real del salario mínimo y de las jubilaciones. Otra vez, se trata de medidas de alto impacto social, capaces de crear un efecto virtuoso sobre la producción y consumo internos.
 12.    Convertir la deuda pública de los estados y municipios en inversiones sociales del gobierno federal. La mayor parte de las grandes ciudades, y distintos estados  podrán así realizar mayores inversiones sociales.
 Las condiciones políticas necesarias para adoptar esas medidas existían en el inicio del gobierno. Hoy ellas necesitan ser creadas otra vez. En eso sentido, el Partido desencadenará campañas de masa, necesarias a crear un ambiente adecuado a tales cambios.
 En primero lugar, al PT le toca tomar la iniciativa de proponer a otros partidos del campo democrático y popular, bien como a los movimientos sociales, la realización de una campaña política de agitación y propaganda, en ámbito nacional, en contra la especulación financiera y a favor de menores tasas de interés, con el propósito de presionar al sector financiero, obligándolo a bajar las tasas de interés al nivel máximo del 12% anuales, según aprobado en la Constitución de 1988.
 Más allá de los beneficios directos a la inmensa mayoría de obreros, asalariados y autónomos, pequeños empresarios y profesionales, la reducción de las tasas de interés tendrá impacto altamente positivo incluso en la gente que supervive en condiciones deshumanas, y que en Brasil  son decenas de millones, pues la reducción de las tasas de interés ha de liberar recursos que deberán ser aplicados por el gobierno en políticas sociales.
 Uno de los elementos de esa campaña es la defensa de una auditoria de la deuda pública, interna y externa. No se trata solamente de la comprobación de cuan ilegítimos han sido sus propósitos y los mecanismos que llevaron a la acumulación de esa enorme deuda pública. Más que eso, se trata de demostrar como es pequeña la cantidad de gente beneficiada por los mecanismos de especulación financiera.
 Estudios han demostrado que no “más de 20 mil familias concentran la propiedad de los títulos públicos. Por eso, el gasto público con el pago de interés representa uno de los más perversos gastos del Estado. Aquello que más renta posee, más posibilidad tiene de beneficiarse del poder público”.
 Los mismos estudios sostienen que “el Ministerio de la Hacienda ya se constituye hoy en el segundo ordenador de gastos del gobierno federal, menor apenas que el Ministerio de la Seguridad. El año 2004, por ejemplo, el Ministerio de la Seguridad comprometió una cantidad de recursos equivalentes al 9,6% del Producto Interno Bruto tan solo y únicamente para el pago de interés a los acreedores de la deuda pública. El año 2002, el pago de interés representó unos 14,2% del PIB, para beneficiar cerca de !veinte mil personas!”.
 Masificar tal información es esencial para que se quede claro “a quien interesa contener los gastos sociales, a quien interesa poner fin a los recursos vinculados, a quien interesa cobrar el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal, una ley que nada tiene a decir acerca del hecho de el Ministerio de la Hacienda acumular 1 mil millones de reais de aumento diario en el volumen de la deuda pública, solamente en los tres primeros meses de 2005”.
 En según lugar, el PT  hará la articulación, con el conjunto de los integrantes del campo democrático y popular, de una campaña nacional de apoyo a los movimientos que luchan por la reforma agraria – en particular el Movimiento de los Sin Tierra, por todos los motivos presentados a lo largo de esa tesis.
 En tercero lugar, el PT tomará la iniciativa de proponer a los demás partidos del campo democrático y popular, bien como a los movimientos sociales, la realización de una campaña política, de agitación y propaganda, en ámbito nacional en favor de la unidad latinoamericana. Tal campaña servirá a divulgar en todo el país la necesidad de una política externa soberana y continental como única manera de contraponerse a la política de guerra, incluso comercial, de los Estados Unidos.
 Un importante aliado en esa iniciativa es el conjunto de organizaciones que implementan, hace varios años, una campaña en contra la firma del Área de Libre Comercio de las Américas. El PT reafirma su posición en contra el ALCA y formará parte de la campaña.

Reorientar la economía para cambiar la política

 La reorientación en la política económica del gobierno federal dará lugar a reacciones por parte del capital financiero, del gran capital internacional, del agronegocio y de los  sectores exportadores. Sin embargo, sin tales medidas el país marchará hacia una nueva crisis aguda, tal como ocurrió en 1998,  además de seguir sufriendo los efectos de la crónica crisis social  y económica por la que pasamos desde el 1989 por lo menos.
 Por otra parte, tal reorientación habrá de crear un nuevo  escenario político y social. Colocará bajo nueva luz el tema de las alianzas estratégicas y de las alianzas electorales; y lanzará las bases que nos permitirán, más allá de solamente ganar a las elecciones de 2006, cumplir los objetivos estratégicos que nos llevarán a disputar y conquistar la Presidencia de la República. Cambiar la economía es el primer paso de un cambio general en la política del gobierno.
 Los cambios propuestos por el Partido en la política económica habrán de constituir la base de la plataforma que presentaremos al país en las elecciones de 2006. E ha de ser complementadas por um conjunto de iniciativas políticas, y dentre ellas señalamos:
 1.   Esforzarse por la aprobación en el Congreso Nacional de la reglamentación del plebiscito popular presentada por CNBB y OAB, por el cual la gente podrá decidir acerca de las cuestiones fundamentales que se les dicen respecto;
 2.   Laborar por la aprobación de la más amplia reforma política, la que instituya el financiamiento público de campaña, la que impida la influencia del poder económico en el proceso electoral y que asegure el respecto al voto;
 3.   Retomar el debate en el Partido acerca de la necesidad de la convocación de una Asamblea Nacional Constituyente con el fin de consolidar una institucionalidad jurídica y política compatible con un nuevo proyecto de desarrollo nacional, de carácter democrático y popular.
 4.   Democratizar el uso de los medios de comunicación de masa en el país. Para eso hay que rever las concesiones políticas y liberar el uso de las radios y televisiones comunitarias;
 5.   Presentar al Congreso nacional la Ley de Responsabilidad Social, por la cual se establezca el social como prioridad y que sancione ejemplarmente los administradores que ponen en primer lugar las deudas financieras en detrimento de las deudas sociales. Tal ley, al entrar en vigor, debe reemplazar la Ley de Responsabilidad Fiscal.
 Para un Partido como el PT, la coyuntura no se debe lamentar o tan solo constatar, sino cambiar. Y, al igual, como está muy clara la fuerza de nuestros adversarios, también se queda clara la existencia de una resistencia cada vez más grande.
 Esa resistencia ocurre, en escala internacional, pues la etapa actual del capitalismo no genera crecimiento ni desarrollo. Todo al contrario, la economía mundial sigue dominada por la instabilidad,  la desigualdad y la crisis. Los próximos años seran de conflictos cada vez más intensos.
 Sabemos que en la base de esos conflictos está la dinámica de la actual fase de la economía internacional. Pero la acumulación de fuerzas necesaria a la superación del capitalismo en escala internacional pasa, acá y ahora, por la derrocada de sus manifestaciones más concretas y visibles: las concepciones neoliberales, el capital financiero y el imperialismo norteamericano.
 El gobierno brasileño juega un papel esencial en la lucha en contra esos tres adversarios. Y, con mayores o menores límites, el gobierno Lula tiene implementado una política externa que no se somete a la hegemonía norteamericana; que se mantiene independiente frente a los intereses del imperialismo europeo; que busca construir alianzas con los países capitalistas no centrales; que es solidaria con experiencias que buscan a un camino alternativo, tales como Cuba y Venezuela. De igual manera, el PT tiene buscado construir alianzas con partidos que, en todo mundo, ofrecen algún grado de resistencia al neoliberalismo armado.
 La política externa del gobierno, no obstante el envio de tropas ao Haiti, que el Partido recomienda revisar inmediatamente, es visiblemente superior ao promedio del gobierno.
 Sin embargo, nuestra política externa ha que ser acompañada por una política interna que imponga la derrota a las fuerzas sociales y políticas que expresan, en Brasil, los intereses del imperialismo, del capital financiero y del neoliberalismo.
 Entre esas fuerzas ha que señalar en primer lugar, el gran capital financiero. De todas las fuerzas sociales es la principal interesada en el mantenimiento de la política económica adoptada en el gobierno FHC, una vez que es la que tiene más a ganar con el alta del interés, con el inmenso superávit primario y con el pago de la deuda pública. Las ganancias extraordinarias que los bancos han obtenido en los últimos años hablan por si mismo.
 En según lugar perfilase el gran capital monopolista industrial, el agronegocio, las grandes empresas dedicadas a la exportación y los concesionarios de los servicios públicos. En distintos grados, esos sectores tiene intereses en el mantenimiento de una política que le de prioridad a la transferencia de recursos públicos hacia el sector privado; que ponga en primer lugar el mercado externo y que privilegie la capacidad de consumo de franjas más restrictas de la población. Para esos sectores, es fundamental mantener lo más aplastado posible la remuneración directa e indirecta de la clase obrera brasileña.
 En tercer lugar, tenemos las grandes empresas de comunicación y el  latifundio tradicional. Las primeras, por la asociación societaria con otros sectores del gran capital, por depender de préstamos externos o públicos, bien como por actuaren como voceros de los intereses generales de clase dominante. El segundo, por constituir cada vez más una reserva de valor para grandes empresas capitalistas que actúan en otras  ramas de actividad, incluso en el agronegocio.
 Esas fuerzas sociales se constituyen en la vanguardia del atraso, son las responsables por la brutal desigualdad social existente en nuestro país; son las que financian los partidos políticos conservadores, las que integran el campo de fuerzas sociales que hace décadas obstaculiza las reformas democráticas y populares.
 Socialmente minoritarias, su poder se deriva de su control del Estado, de los medios de comunicación, de los grandes medios de producción, del apoyo internacional y das alianzas que hacen con los sectores sociales intermedios cooptados por la visión de mundo das elites.
 El Partido dos Trabalhadores tiene como objetivo estratégico construir un otro bloque de fuerzas sociales, constituido alrededor de un programa muy objetivo: la realización de las grandes reformas democráticas y populares, la democratización política del país y la soberanía nacional.
 Los obreros del campo y de la ciudad son los grandes interesados en esas medidas. Pero para se construir un bloque social opuesto al dominante, un bloque de fuerzas en torno a un programa democrático y popular y que sea capaz de conquistar el poder, los trabajadores necesitan promover alianzas con los llamados sectores medianos (empresarios urbanos de pequeño y mediano porte, asalariados de alta renta).
 Vale decir que algunos de los sectores del mediano y hasta del gran empresariado, en particular aquellos vinculados a la producción de bienes de consumo de masa, pueden ser neutralizados o atraídos tácticamente para una política de combate al capital financiero, aún ese proceso va implicar fuertes contradicciones, por las conexiones que hay entre los distintos sectores del capital.
 Tal dibujo estratégico gana más complejidad cuando es traído al terreno de la táctica, de la acción de gobierno, de las coligaciones electorales, de los acuerdos parlamentares. Hay distintas razones para tal complejidad, entre ellas, el hecho de que  los partidos abrigan en su interior representantes de distintas clases y no expresan, de manera explícita, los intereses de sus clases sociales.
 A lo largo de la mayor parte de su historia, el PT buscó contornear esa dificultad estableciendo criterios bastante nítidos para su política de alianzas partidarias. Al hacerlo, ayudó a explicitar los intereses de los demás partidos que a su vez se vieron  forzados a dar mayor nitidez a sus programas e intereses.
 Pero, nuestro partido ha de reconocer que desde el inicio del gobierno Lula no ha sabido articular de manera adecuada las alianzas estratégicas, tácticas y los acuerdos puntuales. Tal dificultad deriva, en parte, de la complejidad de la situación política y de la fuerza que la oposición de derecha mantiene en las instituciones estatales, en particular, en el Congreso Nacional.
 Se origina también de un equívoco político: la adopción de una política de gobernabilidad de tipo parlamentarista. En otras palabras, el Partido y el gobierno se comportan como si el parlamentarismo hubiera salido victorioso en 1993, hipótesis en que el gabinete ministerial y el programa de gobierno tendrían que corresponder a la mayoría congresual.
 En esos casi tres años, tal concepción parlamentarista de gobernabilidad demostró todos sus límites. En primer lugar, hizo al gobierno dependiente de una mayoría de derecha. En según lugar, lo hizo rehén del fisiologismo predominante en los partidos conservadores. En tercer, convirtió el PT y el gobierno en parachoques de las actitudes tomadas por los partidos de las elites. En cuarto, abandonó  la táctica tradicionalmente adoptada por la izquierda, cual sea, la movilización popular para presionar el Congreso.
 Uno de los resultados de ese equívoco ha sido la derrota sufrida por el PT y por el gobierno en la elección del presidente de la Cámara de Diputados. En la raíz de esa derrota está la ilusión de que partidos tales como PSDB, PFL o PMDB irían cumplir acuerdos institucionales con PT, sin que para eso fuera necesario una intensa presión política y social.
 Hoy día, tanto la Cámara de los Diputados cuanto el Senado se encuentran bajo control de la oposición conservadora, e convirtieron el  Parlamento en un palco de ataques en contra el PT y en contra el gobierno Lula.
 En eso cuadro, agravado por la decisión de la derecha de anticipar el inicio de las elecciones presidenciales de 2006, el PT entiende necesario reemplazar la equivocada concepción parlamentarista de gobernabilidad por la visión tradicional en nuestro Partido: la gobernabilidad conquistada a través de la combinación entre actuación parlamentaria, acción de gobierno, movilización social y presión de la opinión pública.
 Evidente que eso tipo de gobernabilidad produce conflictos, pero es la única capaz, hoy día, de hacer frente a la situación creada. Y corresponde también a la política de recomposición del campo democrático y popular.
 El movimiento político que llevó a la elección de Lula en 2002 fue ante todo social y tuvo como núcleo la clase obrera de la ciudad y del campo, incorporando aún grandes contingentes de las capas medianas hasta entonteces aviesas a nuestro partido. Aquella coalición de fuerzas veía en el PT  y en la candidatura de Lula el compromiso con los cambios en el país. Casi tres años de gobierno afectaron negativamente tal percepción, ya sea por política económica, ya sea por el carácter predominante compensatorio de las políticas sociales, ya sea por el ritmo moroso de las reformas estructurales, o por el tradicionalismo adoptado en la conducción general del gobierno (con excepción de la política externa), sea por hechos de corrupción derivados, en última  análisis, de la “necesidad de la gobernabilidad”.
 La adopción de una nueva política de gobernabilidad exige que el PT tome en sus manos la coordinación política del gobierno, que no sea para “administrar al por menor de las negociaciones parlamentarias”, sino como una parte de la recomposición del campo democrático y popular. Se trata de establecer una cohesión entre los partidos y las bancadas parlamentares de izquierda, los movimientos sociales, la opinión pública democrática y la acción de gobierno, preparándose a la batalla electoral de 2006.
 Las elecciones de 2006 se constituyen en el centro táctico de la lucha política hoy día en curso en el país. Aunque no todas organizaciones políticas y movimientos sociales tengan la conciencia de eso o admitan eso como parte explícita de su táctica.
 Cuatro grandes bloques políticos van a disputar las elecciones de 2006: un bloque articulado por el PT; otro PSDB y PFL; un tercero articulado por PPS, PDT y sectores del PMDB; un campo integrado (y disputado) por PSTU y PSOL.
El bloque articulado por el PT tendrá Lula como su candidato a la Presidencia de la República. En eso campo no debe existir tensión entre el objetivo de reeligir el presidente y el objetivo de fortalecer el PT y sus aliados del campo democrático y popular.
 La fase final de ese primer mandato, el suceso en la reelección y el desempeño de un segundo mandato va a depender, en primer lugar, del fortalecimiento de una coalición social y política, de carácter democrático y popular. Eso debe ocurrir porque la tendencia es que, salvo algunas pocas excepciones, los partidos de centro y de derecha, que supuestamente integran la base de apoyo en el Congreso, se van apartando del gobierno, ya sea para negociar mejores condiciones de participación en las coligaciones integradas por el PT, ya sea para lanzar sus propios candidatos a la Presidencia de la República. Cuanto más fuerte esté el PT y la candidatura Lula, nacionalmente y en los estados, más fuerte estará el gobierno y menos concesiones tendrá que hacer en un probable segundo turno.
 Por eso, como no podría dejar de ser, el PT lanzará candidatos al gobierno  y al Senado en la mayoría de los estados brasileños, incluso en aquellos gobernados por PMDB.
 El campo articulado por PSDB y PFL todavía no ha definido quien será su candidato a presidente de la República. Su opción dependerá del resultado de su análisis acerca de sus chances electorales en 2006. Si la evaluación es que hay grandes posibilidades de victoria, el candidato será solamente uno, y único a las dos fuerzas. Si, al contrario, las chances de victoria sean reducidas, PSDB y PFL se dedicarán a acumular fuerzas para 2010, incluso, cada uno de los dos partidos podrá lanzar su propio candidato a la Presidencia,  concentrándose en las elecciones para gobernadores y en  el Congreso Nacional.
 El campo articulado por el PDT y PPS y que tiene incidencia en sectores del PMDB, todavía está en formación. Ellos pueden marchar en el primer o segundo turno con una de las candidaturas principales o lanzar su propio candidato a Presidencia. Hoy día, el escenario más probable es que el PMDB presente su propio candidato a Presidencia de la República y va a disputar con PT, en la mayoría de los estados, la elección al Senado.
 El campo integrado (e disputado) por PSTU y PSOL tendrá más fuerza en las elecciones de 2006 do que tuvo en 2002. La presencia del PSOL dará más consistencia a eso campo, al mismo tiempo que colocará aquel partido frente a opciones, contradicciones y tensiones electorales ya experimentadas en la trayectoria del PT.
 PT debe buscar convertir las elecciones de 2006 en una disputa programática, esfuerzo que se materializa desde ahora en los movimientos, los gobiernos, parlamentos, en el Partido y en el debate político e ideológico. También se materializa en la táctica electoral a ser defendida por nosotros en 2006.
 El objetivo central de nuestra táctica para 2006 es el desplazamiento a la izquierda de la correlación de fuerzas del país. Eso se debe traducir en programas electorales de  corte democrático y popular; en política de alianzas con los partidos de izquierda o del antiguo campo democrático y popular; en la defensa de candidaturas vinculadas al PT para los gobiernos de estado y Senado; en campañas electorales que busquen ampliar al máximo nuestras bancadas parlamentarias.
 En la campaña electoral y desde ahora, el Partido dos Trabalhadores debe tomarse la defensa del gobierno Lula. Lo hará en la condición de Partido del presidente de la República y de la mayoría de los ministros. Lo hará en la condición de integrante de las bases de apoyo del gobierno en el Congreso nacional. Lo hará en la condición de defensor del proyecto histórico que eso gobierno puede ayudar a viabilizar. Lo hará aún,  por entender que con todas sus limitaciones, que el Partido mismo ha de reconocer públicamente, eso gobierno tiene realizaciones que pueden y deben ser defendidas.
 Tales realizaciones habrán de ser objeto de un balance detallado que el Partido lo hará en inicios de 2006, ya como parte del proceso de elaboración del Programa de Gobierno de 2007-2010. En eso balance, el partido sabrá distinguir los esfuerzos que han sido hechos, en cada área del gobierno, a fin de alcanzar los objetivos programáticos; las limitaciones impuestas por la herencia del gobierno FHC y de sus antecesores; los problemas creados por las restricciones presupuestarias derivadas de las políticas económicas adoptadas hasta 2005 por nuestro gobierno mismo; y sabrá ubicar las contradicciones relacionadas a distintas concepciones de políticas públicas.
 El Partido detecta problemas de concepción, por ejemplo, en la defensa de políticas puntuales e compensatorias al contrario de políticas universales, las que siempre han sido defendidas por el PT; en las concesiones hechas al sector privado, a través del llamado ProUni y el proyecto de reforma universitaria; en la PEC y en el anteproyecto de la reforma sindical, cuya tramitación el PT recomienda que sea interrumpida; en la transposición del aguas del Rio São Francisco, criticada técnica y políticamente por la mayoría de los especialistas y movimientos sociales de los estados afectados; en la reforma de la Seguridad de los empleados públicos, que retiró derechos y ya ha demostrado que provocó un enorme e inútil desgaste al gobierno; la defensa y liberación de los transgénicos, en beneficio de unas pocas compañías , y que además compromete el diferencial comercial que el país tiene a ofrecer; en el cambio de comando de EMBRAPA – Empresa Brasileña de Pesquisas Agropecuarias, donde se privilegió el agronegocio en lugar de la agricultura familiar.
 Ha que señalar también el caso del Ministerio de las Comunicaciones que, incapaz de implementar una política de democratización, al contrario, se encuentra involucrado en la represión a las emisoras de radios comunitarias. Há que señalar, aún, el Ministerio de la Defensa, donde se hace necesario una actualización en la concepción de defensa nacional, haya vista la condenable iniciativa de constituirse una Brigada de Defensa de la Ley y de la Orden – BDLO (lo que demuestra el intento de otra vez involucrar las Fuerzas Armadas en la represión a los movimientos sociales), bien como la resistencia en liberar las informaciones de los archivos de la dictadura militar (lo que revela la incapacidad de manejar no solo con el pasado, pero especialmente  con el futuro).
 Al defender el gobierno, empero, el Partido no se confundirá con él. El Partido es, al mismo tiempo, más estrecho y más amplio que el gobierno. Es más estrecho en la medida en que el gobierno hoy día está apoyado en una coalición de centro izquierda e incluso con apoyo de la derecha... Pero es más amplio en la medida que el proyecto del gobierno es limitado por  elementos coyunturales, administrativos, legales y de presupuestos. Mientras el PT es defensor de un proyecto histórico de cambios, los cuales no han de estar sometidos a las imposiciones  momentáneas de la correlación de fuerzas.
 En ese sentido, el Partido debe resguardar su autonomía frente a todo y cualquiera gobierno por él conquistado. Autonomía no es independencia, pues todos sabemos que el destino del Partido está vinculado al destino de las instituciones, estatales o no,  que él dirige. Autonomía es solidaridad, pues aunque no se confundiendo con el gobierno, es parte de él. Pero es una solidaridad activa, de aquellos que tienen  opinión propia y que siempre que sea necesario, vendrá a público externarla, de manera adecuada.
 Tal postura autónoma es necesaria incluso frente a los gobiernos que sean formados únicamente por el PT. Eso vale también en las relaciones con el gobierno federal. En un gobierno de centro izquierda le toca al PT el ser el ala izquierda, presionando desde adentro y desde afuera para que prevalezca la orientación petista. Al no entender eso, el PT se convierte en vocero de las posiciones del gobierno, pierde su identidad y, con eso, gobierno y partido son perdedores.

La urgencia de la hora

 Al concluir su 13º Encuentro Nacional, el PT se reafirma heredero y protagonista de grandes luchas del pueblo brasileño por libertades democráticas, por soberanía nacional y por igualdad social. Ha sido con eso propósito que fundamos el PT, ayudamos a construir grandes movimientos y luchas políticas y sociales, disputamos elecciones, ejercemos mandatos legislativos y ejecutivos. E, por primera vez en la historia del Brasil, elegimos el presidente de la República.
 El PT apuesta en el éxito del gobierno Lula, en la ruta de los profundos  cambios económicos y sociales, políticos y culturales para derrotar la hegemonía todavía dominante del neoliberalismo, a impedir el regreso de las fuerzas que han sido derrotadas en las elecciones de 2002 y que todavía mantienen espacios importantes en nuestro gobierno federal. Para eso, necesitamos tener  conciencia de la urgencia de la hora. En 2006 estará en juego no solo el resultado de las elecciones, pero el destino de Brasil y del PT, por lo menos por las próximas décadas.
 Ganamos el gobierno con una inmensa representatividad, en el flujo de un sentimiento de  deseos por cambios que movilizó todo del país y Lula ha sido depositario de la esperanza del pueblo brasileño. Teníamos y todavía tenemos  que elegir caminos. Luchamos por la superación del neoliberalismo. Tal camino es lo que hace posible que nuestro pueblo sea el protagonista del proceso y defensor del gobierno democrático y popular.
 La posibilidad de superación de neoliberalismo viene sendo reforzada por los acontecimientos en América Latina. Desde 1997, distintos gobiernos neoliberales han sido derrocados por la fuerza de las movilizaciones populares – en Ecuador, Bolivia y Argentina. El 1998 la elección de Hugo Chávez en Venezuela dio partida a una secuencia de victorias electorales a candidaturas que cuestionaban (aunque en grados diferenciados) la agenda neoliberal y la política imperial norteamericana. La más reciente ha sido la victoria de Tabaré Vásquez, en Uruguay. El hecho de esos procesos sostener vínculos con el proceso cubano es fundamental. La victoria de fuerzas de izquierda o progresistas es una señal de la crisis de los proyectos neoliberales. Se pasó de un período, típico de los años 90, en que los gobiernos de América Latina disputaban la primacía de las relaciones con Estados Unidos, a otro en que el proyecto ALCA  vive un dilema y se abren amplias posibilidades de avances en el proyecto MERCOSUR, extendido a toda América do Sur. Los cambios políticos en América Latina abrieron la posibilidad de transición entre una fase marcada por el dominio incontestable del neoliberalismo y la construcción de otro escenario, en el cual el neoliberalismo sea superado como paradigma.
 Queremos ganar las elecciones de 2006, y eso significa más que reelegir el presidente de la República. Queremos que tal victoria sea fruto no del miedo del regreso de la derecha, pero si de la esperanza y del apoyo popular. En todas las elecciones que ha concurrido, el nuestro Partido siempre combinó las propuestas inmediatas con sus proyectos de mediano y largo plazo. En la década pasada hasta las la elección presidencial eso se tradujo en la contraposición entre el programa democrático y popular y el programa neoliberal. En las elecciones del 2004, esa contraposición perdió fuerza, y con eso nos quedamos en la defensiva frente a la oposición de centro derecha.
 Hay que sacar lecciones de los hechos de 2003 y 2004, en particular, aquellas explicitadas por el resultado de las elecciones municipales. Son  enseñanzas a respecto de la importancia decisiva de la militancia partidaria, a respecto de la necesidad de reconstruir las nuestras relaciones con los movimientos sociales y colaborar en la reconstrucción de esos mis movimientos.
 Necesitamos sacar lecciones aun de la estrategia adoptada por la oposición de centro derecha y el gran capital a lo largo de 2003 y 2004. A pesar de las ilusiones expresadas incluso por sectores del partido – se llegó a hablar en acercamiento, fusión e identidades entre petistas y tucanos – no hay como negarse: el PSDB se reafirmó en 2004 como centro político organizador de nueva derecha brasileña, capaz de articular y suministrar un discurso y una táctica comunes a la oposición existente en el Poder Judicial, en los gobiernos estatales, en el gran empresariado y en los medios de comunicación.
 La más grande herencia maldita recibida de ocho años de gobierno federal bajo el liderazgo del PSDB es el poder desmedido y la política implementada por el Ministerio de la Hacienda  y el Banco Central. Las altas tasas de interés, los indefensables superávit primarios récordes, el sometimiento al capital financiero y a los llamados mercados asfixian la nación brasileña. En ese sentido, el PT no acepta el intento de institucionalizar la inmensa autonomía de que ya dispone el Banco Central. Todo al contrario, se trata de  subordinar el Banco Central, de forma democrática y republicana, al desarrollo con distribución de renta y soberanía.
 Ha que señalar aún las privatizaciones realizadas por el gobierno Fernando Henrique Cardoso las cuales desarticularon profundamente los mecanismos de intervención estatal en la economía.
 Para revertir tal herencia necesitamos retomar el diálogo del gobierno con los movimientos sociales, en la perspectiva de atenderles a sus más sentidas y justas demandas, necesitamos también de agresividad política que solo es posible cuando somos capaces de  de motivar, involucrar, conmover los millones de brasileños y brasileñas que veían y quieren seguir vendo en el PT un instrumento para los cambios sociales. Eso requiere organizar y movilizar las mayorías por reformas democráticas y populares. Accionar la militancia partidaria, convocándola a un rol activo en la lucha por cambios que el PT siempre defendió a lo largo de sus veinte y cinco años de historia. Es retomar la defensa del socialismo como objetivo estratégico y el programa democrático y popular como referencia esencial. Es preparar nuestro partido para superar el electoralismo y para enfrentar las resistencias conservadoras generada por una efectiva política de cambios. Estar en la ofensiva es politizar el proceso, explicándole a la sociedad que no hay cambios sin conflicto de intereses y quien ha de ganar son los eternos explorados y excluidos
 Al PT no interesa obstaculizar el debate. La discusión franca y abierta de todas las divergencias es esencial, pues solo así podrá construirse la fuerza y la unidad necesaria a imponer la derrota a la oposición de derecha. Solo con el debate se podrá también construir un programa capaz de abarcar los compromisos de cambios que motivaron el pueblo brasileño, eligieron Lula en 2002 y podrá reeligirnos en 2006.
 Eso es el camino para derrotar la oposición de derecha, comandada por el PSDB, y que dedicará los próximos dos años a uno solo objetivo: articular un bloque político electoral, apoyados por el poder económico y los grandes medios de comunicación, que sea capaz de derrotarnos en las próximas elecciones presidenciales.
 Al concluir su 13º Encuentro Nacional, el PT reafirma su historia y sus compromisos. Aprueba medidas para revitalizar su democracia interna, por medio de los instrumentos legítimos de participación de la base en la vida partidaria. Aparta cualquiera subordinación del Partido al gobierno y al Estado, y reafirma su vinculación a la clase social que le da su nombre. No confundimos ni confundiremos la cúpula partidaria, los gobiernos, los parlamentarios con la esencia del Partido, la cual reside en la militancia popular, sindical, estudiantil y en sus compromisos con la emancipación de la clase obrera.
 Nosotros queremos un partido militante, presente en las luchas de los oprimidos y de los explotados. Un partido vivo, vinculado a los anhelos de la clase obrera; pero no un partido estatal, acomodado en máquinas administrativas. Reavivamos nuestros compromisos históricos y programáticos con la superación de la dependencia externa, con distribución de renta y de la riqueza, con elevación de conciencia política de nuestro pueblo, con el rechazo a prácticas partidarias manipuladoras y corrompidas, de las cuales sien nos distinguimos.
 Es con esta postura que el nuestro partido seguirá trillando el camino que más temprano o más tarde, convertirá el Brasil en un país socialista.